“¡Cuarenta mangos el Fernet!” El grito en el cielo (en cordobés) de un habitué despertó al cocodrilo del bolsillo. En la Peña de los Copla, quizá la mejor –por historia, convocatoria y grilla de artistas– del circuito peñero de Cosquín, la ponen en un ángulo con la bebida más tomada del festival. La mejor marca y bien servida, cierto, pero 40 pesos al fin. El vaso más chico (330 cl) vale 20 y la cerveza, si se resigna el gusto, no va en zaga: 20 pesos el litro. Comer también cuesta: 18 pesos el choripán; 25 el locro; y 5 la empanada. ¿La entrada? 30 pesos. Saladita. Dentro de la Plaza, los precios son un poco más accesibles: 8 pesos el choripán; 10 la hamburguesa; 20 el sandwich de vacío; 30 el fernet grande; 12 el chico y 20 el vino. En otra de las peñas, La Fisura, la cerveza de litro cuesta 13 pesos, las empanadas 3,50 y el fernet en jarra grande, 30. Los peñeros –y los concesionarios de la barra, que muchas veces no son los mismos– legitiman los valores argumentando que es la única ganancia genuina que genera montar una peña: “Se gana mucho más que con la venta de entradas”, dicen. Y no falta el sutil que lo ve como una estrategia eficaz para bajar el consumo de alcohol. “Y bueh, habrá que comer menos”, distendió el cordobés, muy lejos de esa posibilidad.