En la pared del taller de León Ferrari hay un cuadro que llama la atención por estar cubierto por excremento de paloma. Tras el vidrio, está la Carta a los argentinos, el preámbulo de la plataforma electoral de la Alianza. Es un ejemplo que ilustra una visión que Ferrari mantiene con los años. “Sigo pensando que el arte es una herramienta política. La ideología puede ser difícil de ver, sobre todo en el arte abstracto. Pero con la cantidad de gente que se muere de hambre, el artista que hace una cosa que está afuera es demasiado egoísta porque no usa las posibilidades que tiene. El tipo que mira algo que es arte posiblemente lo considera convincente.”

Desde los ’60, Ferrari participó en marchas o muestras que ubicaron la política en un lugar central dentro de su obra. Entre las exposiciones se cuentan una en el ’66, contra la guerra de Vietnam; Malvenido Rockefeller en el ’69, y en el ’72 una sobre la masacre de Trelew. También cobra relevancia su participación en Tucumán Arde (1978), un colectivo de artistas que denunciaba el desempleo en esa provincia por el cierre de los ingenios azucareros. “El arte político es todo el del Renacimiento, empieza en el año 300, cuando los pintores ilustraban los exterminios bíblicos. Colaboraron en el hecho de que la Iglesia tuviera el poder que tiene en el presente y en otros momentos en los que tuvo aún más”, concluye.