MUSICA
› Por Roque Casciero
El chiste les salió mal a Damon Albarn y Jamie Hewlett. Porque se suponía que Gorillaz era eso: una broma, una burla a los videos que pasaba MTV (al menos, eso decían en el documental Bananaz). Y un chiste, se sabe, tiene un efecto hilarante inmediato, explosivo en el mejor de los casos, y cuya repetición sólo conduce a la mueca o al recuerdo de esa carcajada virginal, de la primera vez que se lo escuchó. Pero Gorillaz, la creación conjunta del ¿ex? cantante de Blur y el ilustrador de Tank Girl, publicará la próxima semana (y aquí a fin de marzo) su tercer álbum, Plastic Beach. En él, el proyecto de “banda de ficción con integrantes dibujados” muestra su vitalidad con tracks que hacen mover la patita al instante y que dejan una sonrisa en los labios durante largo tiempo. Como en el debut epónimo del grupo, el ecléctico paisaje sonoro está dominado en su mayor parte por un electro hip hop surgido de la mente de Albarn, quien mezcla su inconfundible voz (la que desbarató la idea de mantener en el anonimato a los creadores de Gorillaz) con las de invitados como Lou Reed, Snoop Dogg y Mark E. Smith (The Fall). En el pegadizo corte “Stylo”, Bobby Womack y Mos Def cruzan versos con Albarn, en “Superfast Jellyfish” la yunta es más improbable: los históricos hiphoperos De La Soul le ceden el estribillo a Gruff Rhys, de los delirantes Super Furry Animals. Otros invitados de lujo son Paul Simonon (que tocó con Albarn en The Good, The Bad and The Queen) y Mick Jones, quienes no se ponían a groovear juntos desde la separación de The Clash.
El título del disco, como varias frases aquí y allá, alude a la “isla de plástico” que se formó con desperdicios en la superficie del océano Pacífico. Pero Albarn se cuida bien de que esa preocupación ecológica le empañe la diversión al oyente medio de Gorillaz: nadie se pone a predicar ni a juntar firmas, el foco está en las canciones y en el disfrute que éstas provocan. Si a alguien se le despierta algún pensamiento un poco más trascendente, mejor. Como siempre, el “packaging Gorillaz” viene acompañado de toda una historia acerca de los personajes animados que supuestamente forman la banda: el bajista Murdoc Niccals, el baterista Russel Hobbs, el cantante D y la guitarrista Noodle. En ese relato 2.0 hay helicópteros asesinos, una guitarrista ciborg construida a partir del ADN de Noodle ¡con el kit de batería de Russel!, y videogames para entretenerse en la isla del plástico. Así que, ocho años después del debut, la banda de historieta muestra más vitalidad que unas cuantas de carne y hueso. De esas que parecen dibujadas.
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