MUSICA › OPINION
› Por Adrian Iaies
Los festivales son importantes por muchos motivos. Por un lado, con el tiempo, pasan a ser parte de la geografía de un lugar y no estoy sólo pensando en un aspecto turístico. Por otro lado, en un punto se había vuelto ridículo que Buenos Aires no tuviese un festival de tango.
Para los músicos es la chance de juntarse con colegas en encuentros inusuales. Y el público recibe algo diferente. Siempre valoré la posibilidad que este encuentro me dio de encontrarme con otros artistas. La primera vez que compartí un escenario con La Negra Herrero fue en el festival de tango y ahora tengo nuevamente ese privilegio. No conocía en detalle el trabajo de Raúl Barboza y nunca lo había tratado personalmente. No terminan de sorprenderme su humildad y su maestría técnica. Tanto como su sensibilidad artística. Y el tango funciona como un punto de encuentro para dos músicos que no venimos justamente de ahí. La idea es que, por un lado, cada uno tenga un espacio para tocar solo y habrá momentos en los que tocaremos a dúo. Si bien cada vez que piso un escenario lo vivo como un desafío, en este caso es doble. Me siento obligado a devolverle a Raúl la confianza, la consideración y la generosidad con la que me ha premiado. Un pedido: El Dorrego es un lugar gigante y la música tendrá un carácter bastante íntimo. A quienes vayan les recomiendo llevarse su banquito, o almohadones. Y el mate. No es música para escuchar de parado.
* Se presentará junto con Raúl Barboza mañana a las 21.30 en El Dorrego.
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