¿Qué más necesitamos para comprender en manos de qué energúmeno está el destino de la cultura en esta bendita ciudad de Buenos Aires, y su otrora destino de luz iluminando el sur del continente? La ciudad de los teatros, de los boliches derramando música. La ciudad de músicos formidables que nos enorgullecen, y que se están quedando sin vidrieras. Buenos Aires, ventana de la América, cuna de las artes. Muchos, sin embargo, de los ciudadanos, le dieron armas a este señor de dudosa inteligencia para que gobierne nuestros asuntos y decida sobre nuestra cultura con total impunidad. Lo hace obedeciendo a sus arrebatos espasmódicos de acciones patoteras, repetidas hasta la imprudencia con visos de autoritarismo que recuerdan mucho, demasiado, a la dictadura. ¿Seguiremos sin decir alguna cosa al respecto? Los artistas no. Iremos a sus balcones a decirle en la cara lo que pensamos. Habrá muchos con nosotros. Todos los que no lo votaron y también los que ya no lo votarán, a Dios gracias.