–¿Cómo plantea la retrospectiva que se inaugura pasado mañana?

–Como una retrospectiva clásica, en el sentido de abarcar un arco de treinta y cinco años de trabajo (1971-2006), de manera de que se exhiban no tanto estilos sino un modo de transformación; los diferentes “estados físicos” y temperamentos de una práctica inicialmente dibujística que fue gradualmente emparentándose con otros modos, pictóricos en algunos casos, gráficos en otros. Si bien una retrospectiva implica un ordenamiento cronológico y una división en décadas que se respeta hasta en la misma estructura del catálogo que acompaña la exposición, es probable que la índole misma de estas piezas, más gramaticales que de contenidos, generen cruces, resonancias, relaciones y contaminaciones de varios conjuntos con otros, en una suerte de contrapunto donde la diferencia es básicamente la inevitable variación, oscilación, retracción y expansión de un mismo cuerpo múltiple, que se manifiesta a veces más narrativo, a veces más evasivo, a veces más escénico, a veces más íntimo, a través de diversas densidades, tensiones y alteraciones. La curaduría es de Mercedes Casanegra y el diseño de montaje de Gustavo Vásquez Ocampo.

–La muestra puede pensarse, además, como un recorrido de su obra por distintas técnicas y experimentaciones.

–Y también como una ejemplificación del cambio de marcha, de escala y de concentración que implica el paso de lo manual íntimo (pluma, plumín, Rotring) a lo manual amplio (tinta china en barra, pincel, mancha, monocopia), a lo manual-gestual (grandes formatos, esmalte sintético) y a lo manual-mecánico: los trabajos constituidos exclusivamente a partir de plegados sucesivos del papel impregnado en materia pictórica. Este movimiento también tiene que ver con el cambio de óptica que se manifiesta no sólo como una posibilidad interpretativa, lo que se le impondría al espectador como interrogante o conflicto, sino como algo que se le impone al propio artista; es decir: la relación del autor con la superficie del papel en términos de la distancia que debe tomar para ponderar la evolución física del trabajo.