La 13ª edición del Bafici fue la cuarta que dirige el crítico, realizador y guionista Sergio Wolf, al frente de un grupo de colaboradores que se mantiene estable. “Cumplimos con lo que nos habíamos propuesto”, le dijo Wolf a Página/12, en medio del ajetreo de las últimas horas del festival. “La programación volvió a ser amplia, variada y arriesgada y el público volvió a responder. Estamos manejando cifras de asistencia que dan un 10 por ciento más de espectadores que el año pasado, lo cual quiere decir que en términos de público el festival no deja de crecer.”

–En la conferencia de prensa en la que se presentó esta edición usted agradeció especialmente la participación de productoras argentinas de peso, a las que en alguna ocasión anterior les dio un tirón de orejas por “guardarse” películas.

–Esa participación es uno de los avances de esta edición. El festival pudo presentar películas como Un mundo misterioso, Vaquero, Los Marziano, Medianeras, todas ellas de productoras consolidadas, que asumieron la importancia que el festival tiene para el cine argentino. El Bafici presenta 45 estrenos argentinos por año, vienen programadores de los festivales más importantes a verlos y muchos de ellos se pagan su propio pasaje. Ese dato revela el interés que el Bafici despierta en el exterior, su condición de “vidriera” del cine argentino. Era esencial que los productores participaran de esto, y lo hicieron.

–Usted mencionó el tema del presupuesto, que este año fue el mismo que el del año pasado. Inflación mediante, eso quiere decir que fue menor...

–Es un tema cuya resolución me supera. Todos los que participamos del festival hacemos los esfuerzos necesarios para que el festival salga como creemos que tiene que salir, aunque el presupuesto con el que contamos limita mucho.

–Otro tema es el carácter de “isla” que el Bafici sigue teniendo, por muy bien que le vaya, en relación con lo que pasa el resto del año con el cine argentino y la cartelera de estrenos.

–Para mí ése es “el” tema que hay que abordar. Son diez días de privilegio, frente a 355 días de pobreza. La cartelera de estrenos se limita cada vez más, tanto para el cine argentino de calidad como para el extranjero. Desde hace no sé cuánto esperamos que se establezca un circuito de arte y ensayo, y eso nunca ocurre.

–¿Qué habría que hacer?

–Se requiere un esfuerzo de parte de todos los sectores interesados: cineastas independientes, festivales, distribuidores, el sector de la exhibición, las autoridades, todos... Habría que pensar en grande, resignar pequeños beneficios, juntar voluntades, para que el Bafici deje de ser un “fenómeno” anual y la difusión de cine de calidad se convierta en algo más extendido.

–El año pasado se barajó la famosa Ley de Autonomía para el Bafici, pero no se volvió a hablar del tema. ¿Qué pasó?

–Ese es otro tema clave y sigue pendiente. Desde mi punto de vista, se debe convocar a ex directores del festival, productores y cineastas que hayan estado ligados a él, conformando un board que lo proteja. No deberían aplicarse, para la conformación de ese board, criterios de representación corporativa que caracterizan al modelo de comités que prevé la Ley de Cine. Cuando se habla de aplicar esa clase de modelo tengo la sensación que no se pretende defenderlo sino acorralarlo.