–Primero Molière, ahora Orton. ¿Se siente hoy más cerca del teatro de texto que del monólogo?

Enrique Pinti: –Se fue dando así. Ya en 2005, con el estreno de Los productores y después con El burgués gentilhombre, tuve la oportunidad de volver a sacar la vena actoral que tengo de toda la vida, desde que empecé en Nuevo Teatro con Alejandra Boero. Además creo que es bueno que hoy aproveche hacer ese teatro que te obliga a aprender una letra, hasta que crea que no pueda hacerlo más. Con mis textos es diferente, porque los escribo yo y puedo cambiarlos. Con el monólogo me empezó a pasar algo: todo lo que decía podía ser usado en mi contra. Eso me aburrió un poco: si hablaba bien de algunas cosas me decían que era oficialista; si hablaba mal, que era un gorila. Me gustaba levantar polémica durante la dictadura, pero hacerlo hoy, con un gobierno democrático, no. Si vuelvo a hacer un monólogo voy a hablar de mis vivencias de infancias, de otros tiempos. Pero de esto todavía no tengo hada, apenas un germen.