CINE › UN ESTRENO QUE LEVANTA POLVAREDA
A pocas horas del estreno mundial de El Código Da Vinci, algunas de las reacciones globales incluyen denuncias a la Justicia por blasfemia, huelgas de hambre de fieles ofendidos y peticiones de advertencias de “peligro para la salud humana”. En la India, el gobierno de Bombay anunció este martes que retrasará la exhibición del film debido al temor a la violencia de las protestas. En Tailandia, en tanto, un comité nacional de censura decidió cortar los últimos diez minutos de la película tras numerosas protestas de católicos por el contenido “blasfemo” de sus imágenes. La acusación de blasfemia también se extendió a Corea del Sur, donde un tribunal de Seúl se negó ayer a prohibir la proyección de la película, tal como había solicitado una organización conservadora cristiana.
En Inglaterra, el Grupo de Respuesta a El Código Da Vinci, una asociación que agrupa a religiosos, monjes y representantes del Opus Dei, pidió que la proyección vaya acompañada por una insólita “advertencia para la salud” de los espectadores, bajo el argumento de que la película de Ron Howard sería peligrosa para quienes la vean “debido a su capacidad de persuasión”. En Rusia, por su parte, la polémica ha sido comparada por la prensa de Moscú a un símbolo de la “lucha entre religión y arte”. La contraofensiva del Opus Dei (la vertiente católica más castigada por El Código..., a la que se menciona como responsable del ocultamiento del matrimonio entre Jesucristo y María Magdalena y de la existencia de una descendencia para la pareja (el verdadero Santo Grial), incluye por estos días la publicación de un aviso en las principales revistas estadounidenses con fotos de tres atractivos jóvenes de veinte a treinta años, símbolo del “casto club de estudiantes” que sería la organización. La Sociedad Americana por la Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad, un grupo católico conservador fundado en 1973, planea celebrar mañana mil “vigilias pacíficas”. “No creo que realmente podamos decir ‘es sólo ficción’”, dijo un portavoz. “Incluso si es un libro ligero, hay una responsabilidad personal en describir los hechos de forma correcta.”
A los numerosos comunicados del Opus Dei (que incluyen pedidos de levantamiento del film y la inclusión de un aviso sobre el carácter ficcional de la trama, todos ellos rechazados por Sony/Columbia y el propio Ron Howard), se sumó ayer la Conferencia Episcopal de Filipinas, que dio instrucciones a los curas para que recordaran a los fieles que lo que cuenta la película es ficción. El ministro de la presidencia filipino, Eduardo Ermita, había calificado a la película de “blasfema” y había dicho que se debería hacer todo lo posible para prohibir su proyección en las salas filipinas. En Tailandia, el Comité de Censura suprimirá los quince minutos finales de la película antes de autorizar su proyección en el país, dado que la coalición de grupos cristianos denunció “información incorrecta que no puede ser presentada ante el público, pues se confundirá la ficción con los hechos”.
El prelado del Opus Dei Javier Echevarria Rodríguez se irritó ayer al afirmar que reza “todos los días por el escritor y también por los que han hecho la película El Código Da Vinci. Quizá no se dan cuenta de que sus manifestaciones pueden herir a personas y que blasfeman. Ese éxito está marcado por el dinero”. También se sumó ayer a la embestida católica el arzobispo Angelo Amato, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “El Código Da Vinci –expresó– cuestiona muchos dogmas de la fe cristiana y presenta al Opus Dei como un grupo tenebroso que funciona casi como un clan de la mafia”, y llamó a boicotear la película.
Paradójicamente, fue el protagonista de El Código..., el actor Tom Hanks, quien aconsejó a los líderes religiosos la mejor forma de actuar, instando a los sacerdotes a utilizar la película para impulsar un debate que llevaría a más personas a la fe católica. “Creo que al final el film ayudará a las iglesias a cumplir su tarea”, dijo Hanks en una entrevista con la revista Entertainment Weekly. “Si colocan un cartel diciendo: Este miércoles debatiremos el Evangelio irán doce personas. Pero si colocan unoque diga: Este miércoles debatiremos El Código Da Vinci, irán 800.” Como si respondieran al testimonio de Hanks, según informó el lunes el Christian Post, más de 500 personas acudieron el domingo a una conferencia de seis horas en una iglesia de Manhattan sobre la película. Erwin Lutzer, pastor y autor del libro The Da Vinci Deception, se sumó al conjunto de optimistas. “Un boicot en este momento no serviría de nada. Si se te viene encima un tsunami, no sirve levantar una pared”, explicó. “Nunca en mis treinta años de ministerio católico vi a tanta gente interesada al mismo tiempo.”
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