1 Los muchachos de antes se agolpaban en la tribuna con sus remeras deshilachadas, sus banderas del colegio, apretados y luego venidos abajo en un malón entregado al pogo y a la pila de los cuerpos. Los del nuevo Feliz Domingo y de El último pasajero componen la tribuna plastificada que hereda el código de Jugate conmigo: uniformados, prolijos, cantando jingles compuestos a tal fin, bien hablados... ¿Y el pueblo dónde está?
2 El conductor senior era la marca registrada del programa estudiantil: atildado como Silvio Soldán, engolado como Jorge Rossi y/o Jorge Formento, siempre alerta para escapar del aluvión de cuerpos que se les venía encima. El conductor junior modelo ’05 es risueño como Guido Kaczka en trato confianzudo, o como David Kavlin y Carla Conte toquetones, exagerados, excedidos en la risa maníaca que los interrumpe cada tanto.
3 La nueva pregunta del programa estudiantil gira siempre sobre la TV: se piden nombres de conductores, actrices de novela, vedettes y sex symbols uno tras otro abonando a la farandulización del concurso. La antigua pregunta del Ping Pong venía directo del programa escolar, un paneo por la grilla de quinto que se coronaba con la muletilla: “A diciembre”.
4 Arrebataban el micrófono, robaban la palabra, empujaban al conductor y corrían por el estudio. Ahora, en cambio, se mantienen fijos en su metro cuadrado, al lado de mamá, con gorritas y matracas cedidas por la producción. El nuevo ser disciplinado pasó por el filtro, y no da sorpresas.
5 Los jurados eran tipos honorables o viejos carcamanes o abuelitos simpáticos como Candial, Prato Murphy, Taliche... Ahora decide Jorge Formento, presidente del jurado de Feliz Domingo, o suman puntos que el locutor en off de El último pasajero acredita a uno u otro equipo si el pibe saltó bien o mal en el Memotest de piso.
6 Se les pregunta por Floricienta, Bandana o Shakira. Se les preguntaba por Charly, Fito, Los Twist y Viuda e Hijas... que visitaban el piso como invitados especiales. El nuevo participante adora el pop prefabricado y las academias de cantantes, afín a la era reality. De música en vivo, ni hablar.
7 En la prenda Tomo la palabra solían bajar línea en un escarnio público al funcionario; de política, en la reedición de un clásico, ni noticias.