Mar 08.10.2013
espectaculos

TEATRO › JENNIFER GáSPERI, AUTORA VENEZOLANA DE EL CHISTE QUE NUNCA FUE

Teatro en tiempos de cambio

› Por Sebastián Ackerman

Jennifer Gásperi es la autora de El chiste que nunca fue (sábado a las 21 en Andamio 90) y directora del grupo venezolano Nueva Era. Todavía en camino entre Caracas y Buenos Aires, entre micros y aeropuertos se hace unos instantes para dialogar con Página/12. “Cuando vimos que existía un Festival de Teatro Adolescente decidimos postularnos y fuimos seleccionados para la edición 2012. Antes del VqV, no conocíamos festival de teatro adolescente en Latinoamérica”, recuerda, y amplía: “La experiencia fue increíble. Tuvimos la oportunidad de ver propuestas escénicas de grupos argentinos que trabajan con adolescentes y para adolescentes como espectadores, además de la posibilidad de participar en conferencias con artistas reconocidos nacional e internacionalmente, paneles de intercambio con grupos de chicos de todo el país. Lo que más nos atrae es la posibilidad de observar, a través de las propuestas escénicas, la realidad vista por los ojos adolescentes”, subraya.

–¿Qué le puede aportar el teatro a los chicos y –tan importante como la primera– qué le pueden aportar los chicos al teatro? Porque los jóvenes tienen otra historia, otras expectativas, otras vivencias, otro cuerpo...

–El teatro para los chicos es una herramienta para expresarse, para contar sus historias. Y que aparezca en esta etapa tan compleja para ellos, esa especie de limbo en el que se sienten, a veces funciona como una válvula de escape o como una actividad que canaliza toda esta energía dispersa y avasallante. Definitivamente los modifica, muchos llegan a los ensayos o a las clases y nos cuentan que es el mejor día de la semana, donde son realmente ellos. Hay una búsqueda de identidad en la que el teatro juega un papel muy importante porque les permite a los jóvenes aprender a conocerse, conocer sus cuerpos, su creatividad, su memoria... También hemos visto nuevos temas, los adolescentes están expuestos a otra realidad y son estos temas que transitan los que quieren llevar a las tablas, los que sienten que pueden habitar desde sus cuerpos y los que llenan sus expectativas.

–En términos generales, se da en los últimos años un interés de los jóvenes por actividades que antes no los atraían o no tanto (básicamente la política y el arte). ¿Qué cambió para que eso suceda? ¿Cuáles son los frutos de ese cambio?

–En el caso de Venezuela, experimentamos un cambio político y social al que se nos ha hecho imposible escapar. Antes la política parecía transparente para los chicos y ahora forma parte de su día a día. Quizás es este despertar político lo que los ha llevado a interesarse por otros temas un poco “más adultos”. Cuando decidimos los temas a tratar en las piezas, siempre el arte y la política surgen como los más amados y los más odiados. Los frutos no sé si los estamos viendo ahora mismo, pero creo que a mediano plazo van a ser importantes: quienes se mantengan en las artes escénicas van a estar marcados por este momento de cambio, de restricciones para algunos y de desahogo para otros. Seguramente serán chicos más comprometidos con su entorno y, desde ahí, contribuir con estéticas bien vinculadas al conflicto o quizás en abierta oposición a esto.

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