CINE › CATE BLANCHETT, PETER SARSGAARD, ANDREW DICE CLAY Y BOBBY CANNAVALE HABLAN DE BLUE JASMINE
En esta charla, el cuarteto de actores que protagoniza la nueva película del legendario cineasta analiza temas que van desde los métodos de trabajo en el set hasta las elecciones de vestuario. Una manera de espiar el proceso creativo de una película imperdible.
› Por Eberhard Weber
En ocasión del estreno estadounidense de Blue Jasmine, en julio pasado, se reunieron tres de los miembros del elenco: el resultado fue una animada conversación sobre temas tan diversos como los peculiares métodos de dirección de actores de Woody Allen, la importancia del vestuario, los calzoncillos Ralph Lauren, el deseo de todos de ser convocados algún día por él y la incredulidad ante la llegada del llamado. La conversación tuvo lugar entre Cate Blanchett, que tiene a su cargo el protagónico; Peter Sarsgaard, que hace el papel del hombre del que Blanchett se enamora; Andrew Dice Clay, que interpreta al ex de su hermana, y Bobby Cannavale, que hace del novio actual de ésta.
Cate Blanchett: –Lo que le interesaba a Woody era que la película se sintiera viva, en el momento mismo del rodaje. No le interesaba el trabajo que cada uno de nosotros pudiera hacer en su casa. Pero, claro, sucede que el de la película es un material denso, por lo cual uno se siente obligado a ensayarlo. Hasta donde sé, sólo Sally Hawkins y yo teníamos una copia completa del guión. Creo que el resto de los actores tenía sólo sus partes, ¿no?
Peter Sarsgaard: –Sí.
Andrew Dice Clay: –Yo también, sólo mis partes.
Bobby Cannavale: –Lo mismo.
C. B.: –Bueno, el tema es que con Sally hablamos un montón sobre la historia previa de los personajes, no sólo de los nuestros, para ver de qué forma todo eso podía jugar como subtexto. A mí me resultó particularmente fascinante hacer jugar distintos aspectos de Jasmine, de acuerdo con las personas con las que ella estuviera en cada ocasión, ya que es un personaje que tiene como personalidades completamente distintas, según el caso.
P. S.: –Yo no tenía idea de lo que estaba pasando. Yo sólo sabía qué pasaba con mi personaje. Qué pasaba... Qué decía mi personaje, mejor dicho. Del resto, nada. Me lo tenía que construir solo. Me parecía que Cate había perdido la cabeza y que yo tenía que ayudarla a estar bien otra vez. Preparación para cumplir con mi papel hubo muy poca, porque al no saber qué pasaba con los demás era muy difícil construir un papel. Por lo que pude ver, mi vestuario era muy importante, porque fue una de las pocas cosas que me dieron antes de empezar a filmar. Me acuerdo de que era todo Ralph Lauren. Hasta las medias y los calzoncillos eran Ralph Lauren.
C. B.: –¡Bienvenidos al mundo de Woody!
P. S.: –Lo curioso del caso es que mi padre viste igual que mi personaje. Así que les puedo asegurar que no me sentía muy cómodo, con eso de andar usando la ropa de mi padre.
A. D. C.: –A mí me pasó lo mismo, que la ropa fue lo primero que me dieron. Me parece bien, porque la ropa que usa el personaje te ayuda a entenderlo. De hecho, yo cuando me presento como comediante stand-up me visto siempre igual, con campera de cuero y jeans negros, porque ese vestuario me permite meterme en el personaje.
B. C.: –¿Alguno de ustedes se quedó con el vestuario? Yo debo reconocer que el mío no era feo.
A. D. C.: –¡El mío era horrible! (Risas)
B. C.: –¿Ustedes recibieron alguna clase de indicación de parte de Woody, en cuanto a cómo componer el personaje?
C. B.: –¿Perdón, qué cosa? ¿Indicaciones? (Risas.) A mí ya me habían avisado que en el set Woody era monosilábico en relación con toda clase de indicaciones a los actores. En mi caso, cuando le preguntaba algo, si la pregunta le parecía interesante me contestaba. Si no, me decía que volviera al set y él volvía a su Blackberry. Pero cuando aceptás trabajar con él ya sabés a qué atenerte. Y aceptás porque sabés que sus películas son buenísimas. En este caso en particular, en cuanto leí el guión me fascinó. Me fascinó la historia y me fascinó el personaje. Tiene una estructura impecable. Es absurdo y trágico al mismo tiempo. Todas las indicaciones de dirección que no te da en el set es como si ya vinieran incluidas en el guión.
B. C.: –¿Vos tenías esperanzas de que Woody te llamara algún día para una película?
C.B .: –Las había perdido, pensé que no me querría. De más está decir que en cuanto recibí el llamado ya estaba aceptando el papel, antes de saber de qué iba la película.
A. D. C.: –Yo, cuando me avisaron que me había llamado la gente de casting, directamente no lo creí. En ese momento estaba actuando en Nueva York y fue mi manager el que me avisó. “Sí, sí –le dije–. Ahora disculpame que tengo que hacer la valija, mañana me vuelvo.” “No, es en serio –me dijo–. Woody te quiere en su nueva película. Quiere verte mañana.” No lo podía creer. Estar ahí frente a Woody Allen y que me preguntara si no tenía problema en leer unas páginas para él. En cuanto empecé a leer ya estábamos hablando de cualquier cosa. Y eso fue todo: ya estaba adentro.
P. S.: –Cuando recibí el llamado, mi mujer estaba no sólo embarazada, sino a término. Mi agente me dijo que Woody quería verme. Yo ya había hecho un casting con él hace mucho, para Todos dicen te amo, así que ya sabía cómo iba a ser: un poco como ir a que te saquen una radiografía. Sin embargo, me recibió muy afablemente. Me dijo que iba a filmar en el verano y que había un papel que le parecía que yo podía hacer, si tenía algún compromiso para entonces. Le dije que mi mujer estaba por parir. “OK –respondió él–. ¿Y tenés previsto hacer alguna otra cosa?” “No” (en realidad lo que tenía previsto era justamente no hacer nada, para poder estar junto a mi mujer durante el puerperio). “No te va a insumir mucho tiempo –me dijo–. Te mandamos el guión a tu casa.” Ahí fue donde me encontré con que no entendía nada, por esa cuestión de que lo único que me mandaron fue mi parte. Pero no me importó. Siempre fui fan de Woody, siempre quise estar en una de sus películas, ¿quién no? Así que por más que no tuviera idea de qué pasaba con mi personaje o los demás, sabía que todo iba a estar bien. Y dije que sí, ¿qué otra cosa iba a decir?
Traducción y edición: Horacio Bernades.
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