Los tres trabajaron en escenarios criollos y españoles. Y pueden explicar algunas de las diferencias entre España y la Argentina a la hora de hacerse cargo de estas problemáticas, no sólo desde el teatro. Hornos nota dos cosas: “Por un lado, en España esta visibilización de la violencia de género empezó unos diez años atrás con campañas y demás, que ahora el Partido Popular se está encargando de eliminar, además de un montón de subsidios que ha quitado a mujeres que sufren violencia de género”; y por otro lado, “siento que la indiferencia es la misma aquí y allá. Hoy por hoy nuestra cultura, la prensa, la televisión, la publicidad cosifican a la mujer”, aunque en Argentina “siento que es muy bestia. No sólo porque el hombre necesita hablar de culos a todas horas, sino porque la mujer se coloca ahí y eso es lo que me cuesta entender”, confiesa.

Acebo agrega que el concepto de belleza es diferente: “Te das cuenta cuando vas a la playa nudista y ves mujeres de 80 años, gente gorda, y la belleza es lo que el alma plasmó en el cuerpo. Acá, en ese sentido estamos sometidos a un estándar de belleza, y eso hace que la mujer (más que el hombre) se convierta en objeto”, analiza. Y dice que aunque no pasa hace tanto tiempo como en España, “creo que desde hace bastantes años en Argentina hay políticas sociales que hicieron estallar este tema, y por suerte estamos a años luz de donde estábamos antes, porque no sólo no se hablaba sino que la que lo padecía tenía vergüenza”. Rico piensa que un gran problema en Argentina es “la doble moral”: “Es una de las cosas más fuertes que pasa acá. Yo estuve hace unos meses en la playa y la gente me miraba raro, y hasta escuché comentarios, porque estaba haciendo topless tranquilamente sin molestar a nadie, y después ves a las minas de cualquier edad, que llevan unas colaless enseñando toda la cola, pero como hay una tirita de tela, eso ya no es enseñar como yo que tenía las tetas al aire. Es una doble moral sutil que a mí me parece peligrosa”, concluye.