LITERATURA
“Ponga que estoy al borde de los 80”, dice David Viñas, que ayer cumplió 79 años. Según Ricardo Piglia, “uno de los ejes de la obra de Viñas es la indagación sobre las formas de la violencia oligárquica... sobre todo la dominación oligárquica, la persistencia de esa dominación y sus múltiples manifestaciones en distintos planos de la historia nacional”. Algunos ejemplos del abordaje de esa temática son Los dueños de la tierra (1958), Cuerpo a cuerpo (1979) e Indios, ejército y frontera (1982). Fundador y codirector, junto a su hermano Ismael, de la revista Contorno (1953), de gran influencia en medios universitarios e intelectuales, Viñas recibió el premio Gerchunoff en 1957 por su novela Un Dios cotidiano. Un año antes, en 1956, Dar la cara había recibido el Premio Nacional de Literatura, premio que volvió a ganar en 1971 por su libro Jauría. Durante la dictadura militar se exilió y dio clases de literatura en California, Berlín y Dinamarca, Roma, México y Venezuela. Regresó a Buenos Aires en 1984 y fue titular de la cátedra de Literatura Argentina, en la Facultad de Filosofía y Letras, en la Universidad de Buenos Aires. En 1991, en una decisión que alborotó al mundillo cultural, David Viñas rechazó la Beca Guggenheim: “Fue un homenaje a mis hijos. Me costó veinticinco mil dólares. Punto”.
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