A los 67 años, el escritor que más pesadillas produjo en los tiempos modernos confiesa que la suya propia es el Alzheimer. “Mi cerebro es mi herramienta principal, así que no me gustaría perderla mientras esté acá. No quiero derrumbarme. Quiero mantenerme comprometido con lo que hago y mantener el entusiasmo. No quiero cagarla y que la gente diga: ‘Bueno, ya no es más relevante, no dice nada que no haya dicho antes’. Quiero entretener a la gente, es lo que amo hacer. Y una vez que llegás a los 60, parte del desafío es tratar de mantenerte fresco y comprometido y tener algo en el corazón que querés decir, que te parece importante. No es fácil hacer eso, así que a veces me digo a mi mismo: ‘Bueno, cada escritor tiene un espacio que explorar, con historias que contar, y creo que yo ya lo exploré’. Pero siempre hay compartimentos secretos y otros lugares a los que mirar. Creo que, mirando hacia adelante, el gran desafío será saber cuándo cerrar la boca.”