En el marco de la retrospectiva Titanus, el Festival de Locarno invitó al maestro del giallo, Dario Argento, para entregarle un merecido Leopardo a la Carrera en la imponente Piazza Grande. Pero además de acercarlo a la proyección de El pájaro de las plumas de cristal (1970), su famosa ópera prima, que fue posible gracias a la Titanus, el festival aprovechó para darle una sorpresa y exhibir –también con su presencia en la sala– Gli incubi di Dario Argento, nueve cortometrajes con los que el gran director de Suspiria convulsionó a la televisión italiana allá por 1987.

Realizados para un programa sobre el género que producía por entonces la RAI, estos cortos, de apenas tres minutos cada uno, rodados y editados por el propio Argento en un mismo día, son de una rara violencia, que no tiene que ver solamente con el rojo profundo con el que se asocia al director sino con la lúdica iracundia con que atacan a la moral burguesa de los telespectadores de entonces. “Eran provocaciones, como cuchilladas”, recordó Argento sobre el espíritu eminentemente punk de estos cortos, que están musicalizados tanto por extractos de bandas de sonido anteriores de Ennio Morricone para el propio director como por temas de los Sex Pistols.

Valga como ejemplo uno de los cortos más cuestionados, en el que un ejército de zombies negros toma por asalto no sólo la casa, sino también la heladera de una familia italiana de clase media, representante de los temores que había entonces –y sigue habiendo, más que nunca– a la inmigración proveniente de Africa. “Me acusaron de racista y quisieron censurarlo”, se ríe ahora Argento (74 años), que también disfrutó de volver a ver un corto, seguramente hecho para la emisión navideña del programa, en el que un tierno Papá Noel se le acerca a una niña para revelar que detrás de su consabida barba blanca se esconde un monstruoso íncubo.