La formación es a cuatro violines por fila (1A, 1B, 2 y 3), cuatro violas, tres cellos y tres contrabajos más piano, bandoneón y director... Nada nuevo bajo el sol, hasta aquí. Pero la cosa se torna singular cuando quienes forman esta típica de tango no son músicos profesionales (apenas adolescentes), tampoco púberes de academia (más bien provienen de barriadas pobres) y mucho menos porteños: la localía es Medellín, plena y pura Colombia. “Se trata de una orquesta juvenil que tiene como objetivo principal formar músicos en el tango y aportarles la solvencia necesaria para abordar obras de cualquier estilo y época. A la vez, responde a la naturaleza y realidades del programa de donde surge y al cual pertenece: la Red de Escuelas de Música de Medellín”, enmarca el hombre orquesta que la dirige: Pablo Jaurena, joven bandoneonista cordobés que viene de madrugar al tango a través del Trío MJC –su inicial es la del medio, claro– y que hace cuatro años goza del desafío de dirigir la Orquesta Escuela de Tango Juvenil de Medellín, integrada por 25 músicos de tierras colombianas cuya edad oscila entre los 14 y los 22 años. “La verdad es que en Medellín se respira mucho tango, es casi como una Argentina paralela. Es una ciudad que cobró carácter mítico por aquel fatídico episodio de la muerte de Gardel en el año ’35 en su aeropuerto, y todos están impregnados por esa historia”, relata el hombre, en la previa de los conciertos que la orquesta dará hoy a las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575).

Jaurena tiene 33 años y, además de tocar el bandoneón, arregla, compone y dirige. Estudió composición musical en la Universidad Nacional de Córdoba, egresó de la Orquesta Escuela Tango Emilio Balcarce, se formó, entre otros, con Hilda Herrera, Rodolfo Mederos, Ramiro Gallo y Julio Pane. Y recibió la propuesta de hacerse cargo de la Orquesta de Tango de la Red de Escuelas de Música de Medellín, en 2011, mientras combinaba trabajos entre MJC –consagración del Cosquín 2013– y la orquesta de música ciudadana de Córdoba. “Llegué a la Red para tocar con el trío como solistas junto a su Banda Sinfónica Juvenil, cuyo director es Frank De Vuyst, un belga radicado en España. A partir de allí surgió el proyecto de grabar un disco sinfónico con nuestros arreglos y tocar junto a la Orquesta de la Red, que venía funcionando desde 2008. Entonces me ofrecieron pensar un proyecto pedagógico”, historiza Jaurena, sobre su arribo al proyecto que cuenta con el padrinazgo de Raúl Garello –que entregó a la orquesta la obra inédita “El gorrión de la cornisa”– y que tiene entre sus fines últimos la sabia fórmula integración/inclusión con el tango como nexo, claro.

Puntualmente, los conciertos en Buenos Aires (debutaron anoche) tienen como eje de versiones el centenario del nacimiento de Aníbal Troilo, pero también los jóvenes visitarán piezas de Pugliese, Salgán, Di Sarli, Gobbi, Piazzolla y D’Arienzo. La Red de Escuelas de Música de Medellín está formada por 27 establecimientos en los que unos seis mil niños, niñas y jóvenes –entre los 7 y 24 años– se forman para la vida a través de la música. “Ellos disfrutan y aprenden música mediante procesos de formación y conformación de agrupaciones, tales como coros, semilleros de instrumento, prebandas, preorquestas, bandas y orquestas, que enriquecen los procesos culturales y artísticos de Medellín”, informa el músico cordobés. “El primer objetivo al cual nos enfrentamos con la orquesta, que es una parte de la Red, fue consolidarla como agrupación artística estable, que pudiese trabajar de manera continua y brindar conciertos sin depender de la presencia de los maestros argentinos invitados ocupando los puestos importantes como el violín solista, el piano o el bandoneón. Para eso comenzamos un proceso de formación de músicos colombianos que pudieran asumir esos roles y que a la vez pudieran oficiar de maestros para con el resto de los músicos más jóvenes de la orquesta, que hizo su debut de manera ‘autónoma’ a fines de 2011”, señala Jaurena, sobre otra arista del proyecto que prevé editar su primera obra discográfica en octubre próximo.

Otro de los objetos del plan en pleno desarrollo radica en su costado social e inclusivo. “Uno de los aspectos fundamentales en torno a lo social es darles a los chicos una opción de vida distinta a las realidades, muchas veces duras, que pueden encontrar en sus barrios”, refrenda Jaurena. “Que ellos puedan utilizar mejor sus tiempos libres, cuando no están en el colegio, estudiando música o compartiendo momentos y experiencias junto a otros niños y jóvenes de sus mismas edades e intereses. El estudio de la música forma muchos valores que aportan a que sean mejores seres humanos. Les da disciplina, compromiso, superación personal, cooperación y solidaridad con el prójimo en el hecho de hacer música juntos y ser parte de un todo, entre otras cosas.”