MUSICA
Ante una necesidad de cambio constante, en los ’90 Los Brujos atizaron tanto la caldera creativa hasta que el propio fuego los alcanzó. “En la época de Guerra de nervios vivíamos todos juntos con el ingeniero de sonido y teníamos armado un sistema de sonido con el que grabábamos todos los ensayos: una locura”, explica Guerrisi. Al poco tiempo, Sergio Moreno, alias Lee-chi, el bajista que participó en los tres álbumes de estudio del grupo, abandonó la banda, por lo que los cinco miembros restantes comenzaron a grabar en la sala, con el aporte de Gabo Manelli. Ese material, que quedó inconcluso en 1998, es la base sobre la que Los Brujos comenzaron a trabajar el año pasado su demorado cuatro trabajo. “Volver sobre esas cintas es un regalo para nosotros”, explica el guitarrista. Y agrega: “La primera vez que nos juntamos a ensayar después de todo este tiempo, tocamos un solo acorde, se cortó la luz y explotó la computadora en la que teníamos parte de ese material. Y no es un invento”.
La crisis interna se debió a un desgaste entendible. “Con el furor de ‘Kanishka’ podíamos llegar a meter dos o tres shows por noche. Eramos más chicos, pero era algo muy físico y terminábamos muy cansados. Obviamente, en el ’91 o ’92 no pasaba nada, pero la resaca vino años después, y nos cayó todo eso junto. Cuando entramos en un impasse, lo único que sabía era que no quería subirme a un escenario de vuelta por mucho tiempo”, detalla Rúa. “En ese momento la energía nos sobrepasaba y ahora podemos controlarla. En los ’90 yo estaba muy enojado con nuestros discos, nunca me gustaban. Ahora, a la distancia, me parecen geniales. Es rarísimo. Son personales y suenan a no-sotros”, completa Alaci.
Guerrisi se entusiasma al momento de hablar sobre los pasos a seguir: “Tenemos, fácil, dos discos más para sacar, gracias a la cantidad de ideas en la cabeza de cada uno, aunque llega un punto en el que tenemos que mandarlas para atrás”. Aunque sonoramente conserva la esencia de los ’90, la banda asegura haber alcanzado un nuevo nivel en su lírica. “Hay mucho desarrollo en las letras, esta vez son un TEG. Venimos de una generación en la que las bandas que veíamos como público, como Virus, Sumo y Soda Stereo, tenían un mensaje entrelíneas producto de tener que haber dicho cosas en la época de los milicos. Eso lo convirtieron en arte, y nosotros nos alimentamos de eso mismo. Esta vez logramos que las letras tengan no doble, sino triple sentido”, define el guitarrista. Pero, a pesar del entusiasmo generalizado, todavía habrá que esperar para que el nuevo disco llegue a las bateas: “Teníamos la opción de adelantarlo para que saliera antes de los shows en Vorterix, pero era correr cierto riesgo artístico”, explica Ilid. Lejos de atemorizarlos, la idea de centrar estas presentaciones en las canciones de un álbum todavía sin publicar les resulta atractiva. Así lo sintetiza Guerrisi: “Toda nuestra carrera fue un riesgo, todo el tiempo. Salir al escenario es una aventura porque todo falla y así fue como aprendimos a surfear la ola. De eso se alimenta el grupo, aún al día de hoy”.
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