CINE
Fue un encuentro tan casual como predestinado. Hermanados por la capacidad para hacer humor mediante la retorsión y amplificación de los lugares comunes de sus entornos sociales, Santiago Segura y Diego Capusotto coincidieron en una pizzería durante la visita anterior del madrileño, en abril de 2011. “Muchos periodistas habían visto Torrente y me dijeron que mi humor era parecido al de él, y la verdad me sentía avergonzado porque no tenía idea quién era. Entonces volví al hotel, puse su nombre en YouTube y estuve una hora y media llorando de risa con sus videos”, recuerda ahora el actor. “Me parece genial y muy delirante. Diego juega mucho con los estereotipos, y también tiene un humor muy surrealista; es halagador que me comparen con un genio.”
–¿Hay puntos de contacto entre ambas búsquedas humorísticas?
–Sí, Micky Vainilla, por ejemplo, es un ser absolutamente despreciable, igual que Torrente, y sin embargo caen bien en el público. Hay grandes personajes de humor que son despreciables, como Homero Simpson, el Inspector Clouseau o incluso Mister Bean, que es un hombre absolutamente mezquino.
–¿Por qué cree que esos personajes tan despreciables “caen bien”?
–No creo que caigan bien por ser despreciables, sino por graciosos. Además, generalmente no tienen complejos, ni poder ni dinero. Son parias, personajes que en cierta forma dan pena, y con una ideología que causa rechazo, pero simpatizan porque transforman esa vergüenza ajena en un componente cómico.
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