En Qué hermosa kermesse es la primera vez que las Petunias se acomodan a la coordinación de una directora, Gaby Goldberg. Hasta ahora, venían dirigiendo ellas sus puestas, un poco, confiesan, “instintivamente”. Dinzelbacher admite que una mirada externa sirve para cerrar una obra y trabajar con lo que se decidió que quede. “Es como un cuadro: ¿cuándo un pintor termina su cuadro?”, compara. “Siempre podés agregar algo, y en teatro pasa lo mismo. Lo que está bueno de una dirección es que plantea un ‘hasta acá’. Después, con el recorrido, con las funciones, con los comentarios se va a ir modificando, pero ya sabemos por dónde va”, comparte, y Braude asegura que la presencia de Goldberg es parte del crecimiento de estos diez años: “Que nos entreguemos a que alguien venga de afuera y nos diga cómo hacer las cosas fue difícil. Ella nos dijo que iba a haber momentos para opinar, y momentos en los que ella iba a decidir... Y todas pensamos: ‘¿Hay que soltar Petunias? ¿Cómo se hace?’”, confiesa entre risas.