CINE › ENTREVISTA A ESTEBAN VOLKOV
› Por Oscar Ranzani
Esteban Volkov rompió con la trágica característica familiar: tiene ochenta años. A esta altura puede considerarse un longevo el nieto de León Trotsky e hijo de Sinaída Volkov, hija del primer matrimonio del líder de la revolución rusa junto a Lenin. “Soy un afortunado sobreviviente de esta familia que ha sido diezmada a edades muy tempranas. Soy el único que compensó el promedio probabilístico si podemos hablar en términos matemáticos”, dice casi sonriendo por la ocurrente comparación, aunque sin perder el tono trágico que encierran los asesinatos de Trotsky y sus hijos. La vida de Esteban Volkov –que está en Buenos Aires con motivo del estreno del documental Trotsky y México: dos revoluciones del siglo XX, de Adolfo García Videla (ver aparte) en la que presta su testimonio– no fue fácil como puede suponerse: nació el 7 de marzo de 1926 en Ucrania. A su padre lo vio por última vez a los cinco años, cuando salió de Rusia con su madre. Luego supo que fue asesinado. Entonces, se trasladó con su madre a la isla de Prínkipo, donde Trotsky pasó su primer exilio. Allí estuvo dos años con su abuelo. Su madre padecía tuberculosis y se radicó en Berlín para someterse a un tratamiento. Luego Volkov fue a Berlín pero a la semana, aproximadamente, su madre se suicidó. Esteban, que tenía sólo siete años, no se enteró de la muerte hasta un año después. En el momento del ascenso de Hitler al poder, su tío León Sedov, que lo cuidaba, lo trasladó a un internado de Viena, perteneciente a un grupo de psicoanalistas freudianos. Dos años después, un secretario de Trotsky lo envió a París y allí se quedó con León Sedov, que luego murió en un hospital de la capital francesa. Finalmente el peregrinaje de Esteban concluyó en México: en 1939, con Trotsky ya exiliado, convivió un año con su abuelo y su segunda mujer, Natalia Sedova, hasta que se produjo el asesinato. Desde entonces, sigue viviendo allí.
–¿Cómo era el Trotsky cotidiano, más allá del hombre político?
–Estaba lleno de optimismo, de vitalidad, con gran sentido del humor, gran amor a la vida y una fe absoluta en el futuro socialista del género humano. No le cabía ninguna duda. Era un marxista convencido. Conmigo era cariñoso, afectuoso pero también enérgico. No admitía desorden, sobre todo en el trabajo. No había que distraerlo. En esos casos había ciertas llamadas al orden, ciertos regaños. Cuando me encontraba platicando con algunos camaradas de guardia me llamaba la atención.
–¿Cuál fue el mayor aprendizaje que tuvo de su abuelo?
–El alto grado ético, moral que tenía. La acción debía coincidir con las ideas, con el pensamiento. No debía haber contradicción entre lo que se pensaba y lo que se hacía. Esa fue la esencia.
–Usted fue herido a los 13 años durante el fallido atentado comandado por el muralista stalinista David Siqueiros. ¿Cómo recuerda ese hecho?
–Era un acontecimiento que el abuelo ya preveía por la intensificación de los ataques, de las calumnias en toda la prensa stalinista. Yo no sentía tan cerca el peligro. Vivía una atmósfera tan tranquila, tan llena de vida en la casa. Sí sabía que había un peligro pero no me imaginé que estaba tan próximo. De repente, una madrugada veo que alguien abre la puerta y vienen las ráfagas de ametralladoras. Yo me acurruco, me dejo caer en un rincón del cuarto, en un pequeño catre. Disparan sobre la cama también, me rozan el pie derecho.
–¿Cuánto influyó el asesinato en la consolidación del stalinismo?
–El régimen stalinista ya estaba consolidado. Más bien, era una necesidad psicológica y emocional de Stalin eliminar a su principal rival, a su principal crítico. Volkogonov en su biografía comenta que Stalin le tenía miedo a Trotsky, a su implacable crítica. El papel histórico de León Trotsky es que desenmascaró al stalinismo, demostró siempre que el stalinismo no tiene absolutamente nada que ver con el socialismo. Ha sido uno de los pilares más fuertes para la propaganda del régimen capitalista.
–¿Por qué cree que los anticomunistas no discriminan entre la idea de comunismo defendida por Trotsky respecto de la promovida por Stalin?
–Sencillamente porque no les conviene. A ellos les conviene denostar todo lo que es socialismo. Es una de las armas de propaganda más poderosas que tiene el régimen capitalista identificar la espuria sangrienta de la dictadura del stalinismo con el socialismo.
–¿Considera que en algunos temas Trotsky era un visionario de problemas que hoy siguen discutiéndose?
–Parafraseando las palabras de Ernest Mandel, que fue uno de los grandes estrategas de la clase obrera: Trotsky no fue derrotado, como muchos dicen, por Stalin. Quien fue derrotada fue la clase obrera en Rusia y la Revolución de Octubre. Como él era portavoz y defensor incondicional de las dos, cayó en la lucha. Pero Trotsky nunca fue derrotado. Quien quedó en la basura de la historia fue Stalin. Trotsky sigue vivo y su lucha está perfectamente vigente y es de gran utilidad para el socialismo.
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