El padre de la narradora, en Arte menor, no terminó de leer Rayuela, de Cortázar, y queda insinuado que su hija tampoco. ¿Rayuela está funcionando en paralelo con la desmitificación del artista?

–Es cierto, a la protagonista no le gusta Rayuela y a mí tampoco. La leí a los 16 años y me parecía odiosa. Cuando necesitaba definir ciertas cuestiones respecto de esa amante que aparece en la novela, las cartas me parecieron un medio trillado y se me ocurrió un libro anotado. ¿Qué libro de los ’70 podía ser?... elegí Rayuela porque era funcional a la historia y a la atmósfera de la época. Por mencionar otro escritor que aparece en la novela, me siento más cerca de La traición de Rita Hayworth, de Puig.

–¿Todo Cortázar le resulta odioso?

–No. Ultimamente hay una moda que consiste en defenestrar a Cortázar, algo muy típico de los escritores argentinos. Rayuela me parece odiosa, pero no los cuentos de Cortázar. Hay un costado humano en su obra que va más allá de ciertas ironías y cinismos que están de moda.