CINE › LA PRESENCIA DE AL GORE EN LA CEREMONIA
› Por Horacio Bernades
El domingo a la noche, a Hillary Clinton se le habrá atragantado la barbacoa, al constatar que, sin previo aviso, la ceremonia del Oscar se había convertido en la mayor plataforma de lanzamiento de su rival más temido, en la carrera a la Casa Blanca. La culpa la tienen no sólo los dos inusuales Oscar ganados por La verdad incómoda (primera vez en la historia que un documental se alza con más de uno), sino sobre todo las intervenciones decididamente de campaña del héroe máximo de ese audiovisual anticalentamiento, Al Gore. Que para peor fue, alguna vez, vicepresidente de su marido. Es muy posible que eso, y el apoyo que ciertos sostenedores de lujo (Leo DiCaprio, George Clooney y hasta la mismísima conductora, Ellen De Generes) brindaron al bueno de Al durante la ceremonia, hayan alterado estomacalmente a la hasta hace poco indiscutible candidata del Democratic Party. Una verdad sin duda incómoda para Hillary comprobar que en la interna le salió un competidor fuerte. Y tiene quién lo banque: Hollywood, nada menos.
La aparición de Al en la alfombra roja fue el primer anuncio de que se venía una auténtica noche de cine Gore, cosa que los dos premios no hicieron más que confirmar. Teniendo en cuenta que el propio Gore califica a La verdad incómoda como mero “show de diapositivas”, que le haya ganado en su categoría a tan buenas muestras del género como Irak en fragmentos (proyectada hace unos meses en la sala Leopoldo Lugones) y a otras tan conmocionantes como Jesus Camp (filmada en un campo de entrenamiento para párvulos evangelistas de extrema derecha) revelaba que los votos de la Academia habían sido sometidos a un calentamiento global. Fue ahí que cayó el segundo y más llamativo Oscar para el audiovisual de campaña. Una cancioncita entonada por Melissa Etheridge, que rechina, en versión karaoke, al cierre de la cinta, desbancó no a uno sino a tres temas de la banda de sonido de Soñadoras, Dreamgirls, cantados al hilo en el Kodak Theatre por Je-nnifer Hudson y la deidad pagana Beyoncé Knowles.
La sensación de que en esos premios había algo más que un simple par de estatuillas se vio plenamente ratificada cuando Mr. Gore pasó al frente, escoltado por Leo DiCaprio, para anunciar una terna. Cerró su intervención con un gag (de los mejores de la noche, en verdad) en el que jugaba con un anuncio de su próxima candidatura. De Generes lo había presentado como “el candidato al que todos votamos, y sin embargo no ganó”, aludiendo al fraude electoral en Florida 2000. Fraude que, tal como denunció Michael Moore en Fahrenheit 9/11 y no está de más recordar, el propio Gore no había tenido problemas en convalidar, allanándole el camino a la presidencia a un tal George W. Bush. DiCaprio coronó al ex vice de Clinton “campeón de la lucha anticalentamiento”, Etheridge aprovechó su llamado a la conciencia mundial para ratificar el liderazgo de Gore en la materia, la cámara mostró los rostros emocionados de la concurrencia y poco más tarde George Clooney le puso el broche de oro al acto (¿eleccionario?), con una nueva referencia a la candidatura de Gore. Candidatura que ya a esa altura lucía como un verdadero clamor popular.
Tras su paso por el Kodak Theatre, la gira que, a la manera de un rock star, lleva desde hace meses a Mr. Gore por todo el mundo, desembarcará la semana próxima en Buenos Aires. El miércoles 7 y jueves 8 de marzo, Al & Sus Diapositivas se presentarán en el Hotel Alvear, como parte del Primer Congreso Americano de Biocombustibles. Es verdad que el valor de la inscripción, que asciende a $ 1500, es bastante más caro que el de las entradas para ver a Coldplay. Para el público de empresarios y dirigentes al que el show está destinado, es posible que esa cifra equivalga a un vuelto. Y ayuda a la campaña, de paso.
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