MUSICA
El creador de Canciones chuecas nació en Montevideo, el 24 de julio de 1939. Y en cuna de oro: gracias a dos padres relacionados con la música (la pianista Lydia Indart y el guitarrista Cédar Viglietti), tuvo acceso directo a la música clásica y la popular vía dos maestros de fuste como Abel Carlevaro y Atilio Rapat. Entrados los sesenta, editó su primer disco (Impresiones para canto y guitarra y canciones folklóricas, 1963) y combinó su actividad militante –que luego le valdría el exilio– con actividades docentes y periodísticas. Pero la tríada clave que se impregnaría en el inconsciente colectivo de la época la engloban Hombres de nuestra tierra (1964), Canciones para el hombre nuevo (1968) y el seminal Canto libre (1969). En 1972, bajo la primera andanada represiva seria en Montevideo, cayó preso: una campaña internacional encabezada por Julio Cortázar y Jean-Paul Sartre, entre otros, logró su liberación. Sin embargo, en 1973 tuvo que exiliarse en Argentina y luego se fue a Francia, donde permaneció once años, denunciando las dictaduras sanguinarias de América por el resto de los continentes. Regresó a Montevideo el 1º de septiembre de 1984 con un recital multitudinario, que luego repitió en Buenos Aires. Ese mismo año editó Trabajo de hormiga y Por ellos canto y al próximo inició el dueto interminable con Mario Benedetti, que llega, en diferentes formas, hasta el presente. Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Víctor Jara, Amparo Ochoa y Joan Manuel Serrat han grabado algunos de sus clásicos, de pluma ardiente y guitarra despojada.
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