Mié 05.09.2007
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CINE › ENTREVISTA EXCLUSIVA

“Este es un mundo cruel e injusto”

Humor apocalíptico y sinceridad brutal afloran en las respuestas de Kaurismäki.

› Por Horacio Bernades

Era de esperar: un verdadero fundamentalista de la parquedad como Aki jamás será el entrevistado más locuaz del mundo. Pero tanto los diálogos de sus películas como sus célebres aforismos fuera de escena permitían prever dosis de ácido, humor apocalíptico y sinceridad brutal. Todo ello aflora en sus respuestas a un cuestionario enviado vía mail. En ellas se hizo lugar para aludir a dos ríspidos temas extracinematográficos: su afirmación de que los finlandeses inventaron el tango y la implantación, en la frontera argentino-uruguaya, de cierta empresa de su país llamada Botnia.

–En el comienzo de su carrera, usted adaptó a Dostoievski y Shakespeare, algo que más tarde ya no volvería a hacer. ¿Qué lo llevó a tomar esa decisión?

–En el caso de Crimen y castigo, el hecho de que Hitchcock hubiera afirmado que ése era el único libro que jamás se atrevería a tocar. Pensé que si era demasiado complicado para un amateur como él, sería perfecta como primera película para mí. Más tarde comprobé que Hitchcock tenía razón. Pero ya era tarde. Con Hamlet empresario, lo que pretendía era sacarles el polvo a siglos enteros de malentendidos e hipocresía, que se abatieron sobre esa divertida y pequeña obrita.

–Muchos de los héroes y heroínas de sus películas son de clase trabajadora. ¿A qué se debe?

–A que puedo entenderlos, y por lo tanto ponerlos en escena. No me gusta mentir, y es por eso que no sabría escribir los diálogos de un político. O los del industrial que construye una papelera sobre la ribera de un río ajeno.

–Algunas de sus películas son terriblemente oscuras y pesimistas. Pero aun en esos casos nunca falta el humor. ¿Qué representa el humor para usted?

–Es la única manera de mantener la salud mental en este mundo cruel e injusto, que por suerte se acerca velozmente a su fin.

–A propósito, usted predijo alguna vez que el mundo terminaría en el año 2021. ¿Por qué justo en ese año?

–De acuerdo con las últimas novedades sobre polos que se derriten y observando la creciente ambición de los hombres, daría la impresión de que esa predicción resultó demasiado optimista. Tuvimos nuestra oportunidad y no supimos aprovecharla. Tal como están las cosas, va a ser mejor para el planeta que la especie humana desaparezca lo antes posible.

–Sus personajes son de hablar poco, y usted hasta llegó a filmar una película muda, Juha. ¿Qué piensa del silencio en el cine y del cine mudo?

–Creo que los últimos años del cine mudo fueron el momento de máximo esplendor de esta arte. El sonido arruinó todo. Sin embargo, no se crea, amo los buenos diálogos. Lamentablemente, los últimos buenos son los que el guionista Leigh Bra-ckett escribió para la versión de Robert Altman de El largo adiós. Eso fue en 1973.

–La música cumple un importante papel en sus películas. No sólo por los Leningrad Cowboys sino por los rocks, blues y tangos que usted elige para sus bandas sonoras. Me gustaría saber qué estuvo escuchando últimamente.

–Suelo escuchar sobre todo blues, rhythm’n’blues y tango. Cualquier cosa que no sean computadoras.

–A propósito del tango, ciertas declaraciones que usted hizo poco tiempo atrás, afirmando que el tango es de origen finlandés y que los argentinos ni siquiera sabemos bailarlo no fueron del todo bien recibidas por aquí, como se imaginará. ¿Puede agregar algo?

–Nada para agregar, que no sean los hechos históricos.

–En Yo alquilé a un asesino por contrato usted utilizó a Jean-Pierre Léaud, todo un pedazo de historia cinematográfica. ¿Cómo fue trabajar con él?

–Si era un pedazo de historia, se trataba de un pedazo particularmente frágil, ya que en ese momento venía de 15 años sin filmar y eso lo ponía muy nervioso y susceptible. Más aún teniendo en cuenta que la película era hablada en inglés, idioma que Jean-Pierre domina poco y nada. Pero igual estuvo bárbaro. ¡Es mi héroe, junto con Geraldine Chaplin!

–El ciclo de la sala Lugones se inaugura con su película más reciente, Luces al atardecer, que el público argentino aún no conoce. Si tuviera que presentarla, ¿qué diría?

–“No analicen, no critiquen.” Más allá de eso, Luces al atardecer representa el final de un trabajo de documentación de la realidad finlandesa, que llevé a cabo durante 26 años. Un trabajo bastante triste, debo agregar, ya que daría la impresión de que las características propias de mi país se fueron desvaneciendo en el consumismo ciego.

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