LA BUSQUEDA DE ALTO IMPACTO Y ORIGINALIDAD
Podrían estar involucrados, según dejan entrever, en la reciente campaña Luciana presidente, que postula como candidata a la rubia Salazar, pero no lo asumen en forma explícita. La condición del ciberterrorista apócrifo –parece– es la clandestinidad de sus nombres y rostros mientras dure el operativo. Tal vez sea sólo una sospecha infundada y sus cerebros estén al margen de la nueva treta. “Si vamos a hacer algo no va a ser con otra mina; quedaríamos demasiado pajeros”, niega alguno la recurrencia en el trabajo con chicas lindas. Lo continuo es la pesca de temas, consagrando a Internet como “su fuente privilegiada”: el modo que encuentran de llenarse de información, material, recursos, ideas... “Nos interesa lo ecológico, cuando hay un animalito involucrado”, admite Quiroga.
En el caso del affaire Neumann, dicen que le agregaron un plus a un acontecimiento que nació a la vida en sociedad en estado de rareza. “Fue un enredo tipo Benny Hill”, define Quiroga. Allí donde hay una zona de la realidad que pierde su carácter de verosimilitud, un territorio donde se diluye el límite entre lo que da prueba de verdad y el resultado de una invención, es donde focalizan los creativos del operativo Ponete en bolas. “Nos impactó el sitio con hamsters vibradores –recuerda Ezequiel Ardigó–. Pero llega un punto en el que te perdés de qué es real y qué es apócrifo. Siempre trabajás sobre esa delgada línea que separa la realidad de la ficción”. Sobre Boca en mi piel y sobre los cuerpos de rockeros fileteados que se vieron en una campaña promocional del canal Much Music (falsificaciones menos terroristas que ornamentales), dice Ardigó que “la crítica que se les podría hacer es que no hay mucha posibilidad de reacción que no sea mirar.
–En esa campaña, se quebraba el tabú de que la marca no miente, condición del discurso argumentativo de la publicidad: convencer sobre supuesta verdad...
Fernando Ojeda: –El tabú que se termina es Basta de poner el logo más grande. En ese blog apócrifo Nike no apareció nunca. Los clientes, por lo general, lo único que quieren es un logo más grande.
La cruzada, entonces, adquiere carácter persuasivo: de cómo el publicista /el creativo intenta desmitificar verdades heredadas (lo clásico), marcas ostentosas, logos grandes, cánticos para hacer recordar el nombre de un producto. En cambio, en muchas de las acciones virales no hay auspicio a la vista: es sólo generar comentario alrededor de un hecho; luego, la marca recogería el fruto.
–Pero lo interesante es que, a su vez, es un comentario sobre el control corporativo de privacidad, el prejuicio étnico, la propiedad de la información...
FA: –Llegamos a pensar una campaña con un flaco que tomaba gaseosa hasta que se moría. La marca tenía que aceptar hablar de algo tan fuerte como que alguien se muere.
–Pero los sentidos compiten y es más fuerte la muerte en el marco de un imaginario instalado sobre que la gaseosa es nociva para la salud...
FA: –Si yo soy una marca, prefiero la parodia, antes que decir algo que me pueda jugar en contra. Es cuestión de ir haciéndose un lugar: demostrar hasta dónde se puede llegar si se tienen ganas.
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