Pese a que durante 24 años Skay fue exclusivamente “el guitarrista de los Redondos”, su largo viaje acusa un antes y un después agitado. Beatlero precoz, en 1967 encaró con sus padres un viaje en barco a Sudáfrica y de ahí partió hacia Francia e Inglaterra. Con su hermano Guillermo vivió en el Barrio Latino, participó de revueltas ligadas al Mayo del ’68, vio a Jimi Hendrix en el Royal Albert Hall y cayó preso. Al regreso, experimentó un hippismo militante que lo llevó a vivir en comunidades autogestivas, trenzarse en zapadas interminables con músicos de la calle, conocer a Poly, integrar un mítico grupo platense (Diplodocum Red & Brown) junto a quien sería baterista de La Pesada, Isa Portugheis, y grabar con la Cofradía de la Flor Solar. Mediando los setenta se topó con el Indio Solari, en 1977 debutó con los Redondos en Salta y permaneció allí hasta 2001, ese año sabático que parece no tener fin. Al año, Skay sorprendió con un discazo que, despejando el aura tecnológica de Momo Sampler, se ubicó en la corriente tracción a sangre más afín a la primera época de los Redondos: A través del mar de los Sargazos. Con el disco en la calle, comenzó a diseñar la banda que grabaría Talismán (Javier Lecumberry en teclados, Claudio Quartero en bajo, Daniel Columbres en batería y Oscar Reyna en la otra guitarra) y también, con el Topo Espíndola en lugar de Colombres, La marca de Caín. Hoy se llaman Los Seguidores de la Diosa Kali. Mañana, no se sabe.