Nada puede venir mejor para un café científico sobre demografía y superpoblación que la visita del presidente de China. Es verdad que Hu Jintao no emprendió el viaje desde el celeste imperio (ahora república comunista de mercado) para acudir al Hotel Bauen, ya que China, justamente, implementó planes de control de crecimiento de la población que están frenando la bomba de tiempo del crecimiento poblacional mundial. No por nada el mismo concepto de superpoblación ya cayó en desuso, y las visiones apocalípticas de una extinción general, o de un futuro como el que Asimov describe para Trantor en su saga sobre la Fundación, parecen alejarse lentamente hacia el horizonte.
La escena en el Hotel de
Inmigrantes de Retiro se repetía día tras día: miles de
matrimonios con un racimo de hijos bajaban de los barcos y se amontonaban en
el puerto porteño. ¿Quién no guarda hoy en algún
rincón de la casa esa vieja imagen sepia del abuelo con sus cinco, siete
o doce hermanos? Tan sólo cien años después, la foto ha
cambiado: las pautas culturales son otras y las familias tienen menos hijos.
Sin embargo, la población mundial ya pasó los 6000 millones de
habitantes (según la Oficina de Censos de Estados Unidos, hasta el miércoles
a las 20.35 había en el planeta 6.400.897.241 humanos). ¿Estamos
a punto de ocupar hasta el último rincón libre del planeta o,
por el contrario, somos una especie en vías de extinción?
“Veo multitudes: superpoblación, crecimiento humano y extinciones”
fue el título del último Café Científico del año.
El encuentro, organizado por el Planetario Galileo Galilei, reunió en
el Hotel Bauen a la demógrafa María Cristina Cacopardo (directora
de la maestría en Demografía Social de la Universidad Nacional
de Luján) y al biólogo Juan Carlos Reboreda (investigador independiente
del Conicet y profesor del Departamento de Ecología, genética
y evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad
de Buenos Aires).
¿Y LA EXPLOSION
DONDE ESTA?
María Cristina Cacopardo: Para comprender cuáles son los
factores que hacen que una población humana crezca o no, uno puede imaginarse
al mundo como un recipiente con un agujero de entrada y otro de salida. Los
ingresos son los nacimientos y los egresos son las muertes, de modo que todas
las poblaciones se van equilibrando por el balance entre estos dos elementos.
Si hay muchos más nacimientos que muertes, la población tendrá
un crecimiento alto, mientras que si el número de nacimientos es igual
al de las defunciones el crecimiento será nulo y si hay más decesos
que nacimientos la población va a decrecer. Este último caso es
el que se observa en la mayoría de los países europeos, en los
cuales la mortalidad es mayor que la fecundidad. Otras poblaciones, como la
mayoría de los países del Tercer Mundo, tienen una fecundidad
muy alta. Cuando hablamos de la población humana y metemos consideraciones
de tipo político acerca del futuro, hay que tener muy en cuenta que los
distintos grupos que hay en el mundo tienen dinámicas demográficas
totalmente diferentes y que, en algunos casos, se contrarrestan con lo que ocurre
en otras zonas del planeta. Hay poblaciones que crecen muy poco y otras que
crecen mucho. A partir de la Revolución Industrial se produce todo un
desarrollo social y económico que fundamentalmente afecta los aspectos
sanitarios y de nutrición, que siguen haciendo descender mucho la mortalidad.
Paralelamente, comienza un muy lento proceso de cambio en la mentalidad de la
población que lleva a un descenso de la fecundidad. Se trata de un fenómeno
debido no sólo a factores económicos, sino también a causas
culturales y religiosas. Al pasar de una economía rural a una urbana,
el tamaño de las familias se va transformando. En países como
Italia, España y Alemania se observa un crecimiento negativo, es decir
que la población decrece. La importación de tecnología
médica hace que en los países subdesarrollados comience a descender
la mortalidad, aunque la mentalidad de la gente no cambie. Cuando se habla de
“crecimiento explosivo” (que no es tal), estamos hablando de esa parte
del mundo que retrasa el descenso de su fecundidad, de lugares en los que no
se termina con el proceso de transición demográfica porque se
trata de países que no están desarrollados ni social ni económicamente.
El descenso de la fecundidad se produce en forma mucho más tardía
y acompañada por el descenso de la mortalidad. En consecuencia, ocurre
la famosa explosión de población del Tercer Mundo, que fue objeto
de grandes discusiones en la década del ’60, cuando parecía
que en el futuro el planeta iba a explotar. En ese momento se hicieron proyecciones
que estimaban que en el año 2050 íbamos a llegar a los 15.000
millones de habitantes, con lo cual todo el acento estaba puesto en cómo
controlar la fecundidad. Por acceso a métodos anticonceptivos eficaces,
una extensión de la educación, la incorporación cada vez
mayor de la mujer al mundo del trabajo, cambios en la cultura y la religión,
difusión de nuevas ideas a través de los medios de comunicación
y las políticas de población que implementan varios países
(como China), casi todos los países no desarrollados han iniciado su
proceso de descenso de la fecundidad. Si hoy hacemos una proyección al
año 2050, los habitantes serán sólo 9000 millones.
TU MUNDO Y EL MIO
Cacopardo (continúa): En cierto modo puede hablarse de la existencia
de dos mundos: uno que está decreciendo y otro que sigue creciendo. Estos
mundos tienen realidades muy distintas: mientras que los más desarrollados
concentran el 25% de la población mundial y el 85% del producto bruto,
los menos desarrollados representan el 75% de la población del planeta
y el 15% del producto bruto mundial. Es evidente que hay un mundo mucho más
desarrollado que concentra recursos y otro mundo menos desarrollado que crece
mucho más y que no concentra muchos recursos. Entre ambos grupos hay
un tercer elemento (que se agrega a los nacimientos y las muertes) que opera
como válvula de escape: las migraciones, que actúan como un nivelador
de la disparidad entre población y recursos. En un mundo en el que los
recursos están tan desigualmente distribuidos, la migración debería
funcionar como una forma de equilibrar esta disparidad.
Hoy hablamos de la globalización en términos de los mercados,
en la cual se tiende a la libre circulación de los productos, pero paradójicamente
cada vez se ponen más restricciones a la libre circulación de
las personas.
Parecería que el tamaño de la población no fuera un problema
en sí. En estos días estamos recibiendo en la Argentina a los
representantes de Corea del Sur, que es uno de los países más
densamente poblados del mundo. Argentina, con densidad de 10 habitantes por
km2, es uno de los países con más baja densidad de población
en el mundo. Corea del Sur tiene 450 habitantes por kilómetro cuadrado.
La relación entre población y recursos naturales es bastante relativa
y los recursos naturales (el agua, los bosques, la pesca, la superficie cultivable
y las reservas minerales) por un lado están mal distribuidos y por el
otro su explotación o apropiación no es racional. En la medida
en que los recursos se degradan (derroche de agua y de petróleo, tala
de bosques, disminución de especies) hay un problema. Ante esta situación,
se puede proponer una explotación racional de los recursos que implique
nuevas formas de energía, tecnologías menos voraces en el uso
del agua y el petróleo, técnicas de reciclaje, reducir la contaminación,
redistribuir los recursos y alentar las migraciones. La única forma que
tienen de renovar su población los países desarrollados, salvo
que hubiera un cambio de mentalidad, es la migración.
NI EXTINGUIDOS NI SUPERPOBLADOS
Cacopardo (continúa): Si hablamos de población humana, creo
que no es lícito hablar ni de extinción ni de superpoblación,
en todo caso se puede tratar de una mala distribución del crecimiento.
China tiene más de mil millones de habitantes. Luego de muchos años
de no haber controlado la natalidad, los chinos decidieron de manera autoritaria
imponer una política de hijo único. Como consecuencia, comenzó
a notarse una tendencia a la estabilización de la tasa de crecimiento
de la población mundial.
Deberíamos buscar nuevas formas de organizar las sociedades, en las cuales
el consumo no sea un paradigma social sin pensar en qué les estamos sacando
a nuestros descendientes cuando derrochamos agua y energía.
1, 2, 3... EXTINGUIDO
Juan Carlos Reboreda: Una extinción es la incapacidad de una especie
para coexistir con su ambiente. Por distintos motivos, que pueden ser: competencia
con otras especies, catástrofes naturales o competencia con los humanos,
esa especie deja de existir. Las extinciones son un proceso natural que ocurre
regularmente desde que se originó la vida y probablemente la gran mayoría
de las especies que surgieron en este planeta (entre el 98 y el 99%) ya se ha
extinguido. Hay que tener presente que estamos hablando de 3500 millones de
años de historia. Para ver si la cantidad de especies que se extinguen
hoy es igual o mayor que la tasa histórica, contamos con la ayuda de
los paleontólogos, que estudian el registro fósil y se pueden
concentrar en algunos grupos que son más fáciles de detectar.
Si se observa la extinción de grandes mamíferos ocurrida en América
del Norte y Europa durante el último millón de años (sin
contar los últimos 30 mil años), se observa que por cada millón
de años se extingue aproximadamente un 0,6 % de las especies. Podemos
tomar un ejemplo: como hay aproximadamente 10.000 especies de aves, cada millón
de años serían 60 las especies que se extinguirían por
procesos naturales. Esto es lo que se llama “extinción de fondo”,
pero paralelamente han ocurrido extinciones masivas. La primera ocurrió
hace unos 500 millones de años e implicó la desaparición
de alrededor del 50% de las familias animales, y la más popular es la
que ocurrió hace unos 65 millones de años, que implicó
la desaparición de todos los dinosaurios.
DE REVOLUCION EN REVOLUCION
J. C. Reboreda (continúa): Trataremos de reconstruir cómo
pudo haber evolucionado la población humana en los últimos 20
mil años. Probablemente hasta hace aproximadamente 10.000 años
(es decir, durante los primeros 90.000 años de la historia humana), nuestra
población creció muy lentamente, a una tasa de un 0,0015 % anual.
Hace unos 10.000 años ocurre lo que se conoce como “revolución
agrícola” y la tasa de crecimiento de la población aumenta
casi cien veces, al pasar del 0,0015% al 0,1% anual. A partir de la Revolución
Industrial, nuestra población empieza a crecer de manera mucho más
acelerada. En el siglo XVIII la tasa de crecimiento era de 0,3%, en el siglo
XIX estaba en un 0,6% y en el siglo XX llegó a ser del 2% anual, lo que
significa que en 35 años la población se ha duplicado. En los
últimos años se registra un crecimiento explosivo, con una tasa
de crecimiento que va aumentando año tras año. ¿Qué
relación tiene todo esto con las extinciones? Hay una relación
entre el número de especies y la superficie. Si uno tiene 100.000 kilómetros
cuadrados de selva y esa superficie se reduce a la mitad, verá que el
número de especies no se reduce a la mitad, sino a un 70% de las especies
que había originalmente. Si uno eliminara el 90% de la selva, probablemente
se perdería un 50% de las especies. Todo esto viene a que la población
humana, al expandirse, utiliza ambientes que antes eran ocupados por otras especies.
Hace 10.000 años había unos 10 millones de habitantes en el planeta,
mientras que ahora hay entre 6500 y 7000 millones.
Hay un momento en el que una población puede comenzar a declinar y las
causas suelen ser la pérdida de ambiente, la sobreexplotación
y la introducción de especies exóticas que compiten por los recursos
(tal como ocurre con los castores en Tierra del Fuego). La cuestión es
que una vez que disminuye más allá de una cierta cantidad de individuos
(conocida como punto crítico), la población tiene un tamaño
tan pequeño que existe una probabilidad de que se extinga por azar. Lo
que uno trata de hacer es ver cuál es el riesgo de extinguirse que tiene
una especie. Existen distintas categorías: extinta, extinta en estado
silvestre (es decir, que la especie existe sólo en jardines zoológicos
o botánicos, pero no está más en condiciones naturales)
y la categoría de especie amenazada, que a su vez se divide en tres subcategorías:
en peligro crítico, en peligro y vulnerable. El dinero disponible para
conservación es limitado y uno tiene que decidir en qué gasta
ese dinero, ya que destinarlo a una especie que no corre riesgo de extinción
puede implicar que en el ínterin se extingan otras especies. Las especies
en peligro crítico son las que tienen una probabilidad mayor al 50% de
extinguirse en los próximos 10 años. Hay especies que tienen entre
50 y 200 individuos, en las que hacer algo o no con ellos puede significar que
esa especie se extinga o sobreviva.
Al principio dijimos que uno esperaría que, por azar, se extinguiesen
unas 60 especies de aves en un millón de años. En los últimos
400 años, sin embargo, se extinguieron 116 especies de aves, es decir
el doble de lo que uno podría esperar que desapareciera en un período
de un millón de años. Estamos hablando de una tasa de extinción
que está muy por arriba de los valores de la extinción de fondo.
En el caso de las aves, la tasa de extinción durante los últimos
400 años es de alrededor del 1%. En cambio en los insectos es de 0,005%
para el mismo período. Lo que la mayoría de los biólogos
afirma es que estamos subestimando la tasa de extinción de los insectos
porque hay muchas especies que no conocemos, y lo mismo ocurre con corales,
moluscos y crustáceos. No podemos saber que se extinguió algo
que no conocíamos. Con las aves pasa algo distinto, ya que conocemos
el 100% de las especies de aves del planeta, sabemos que desde hace 50 años
aparecieron muy pocas especies nuevas y eso nos permite pensar que es muy probable
que hayamos detectado todas las desapariciones.
Si se observan las especies que se extinguieron y se analizan las causas de
su desaparición, se ve que en primer lugar se encuentra la acción
de especies invasoras, la segunda causa en importancia es la sobreexplotación
y la tercera es la destrucción o degradación del hábitat,
fenómenos todos producidos por los humanos. Más del 90% de las
extinciones fueron causadas por la actividad del hombre, por lo que puede decirse
que hay una fuerte relación entre el gran crecimiento que tuvo nuestra
población en los últimos 400 años y las extinciones de
distintos grupos de animales.
De las 10.000 especies de aves que hoy existen sobre el planeta, hay 1211 que
tienen algún problema de conservación y se encuentran dentro de
la categoría de especies amenazadas. De ellas, 179 están en peligro
crítico, o sea que en diez años vamos a perder 80 especies.
AVES ARGENTINAS
J. C. Reboreda (continúa): En la Argentina hay mil especies de aves
y 54 de ellas está en alguna de las categorías de especies amenazadas.
Hay 19 especies que durante los últimos años empeoraron su situación
y 4 que la mejoraron. Este patrón se observa en casi todos los países.
Los grupos con mayores problemas son las aves marinas y las de pastizal. El
pastizal es el ambiente más transformado que tenemos en nuestro país.
Uno tiende a pensar en la pampa como un ambiente prístino, pero no hay
entorno con mayor grado de transformación que nuestra pampa. La superficie
cultivada en el pastizal pampeano es de más de 300.000 km2, es decir
casi el 100%. Si uno analiza los parques nacionales, verá que la superficie
de pastizal protegida es menor al 0,1% cuando lo deseable está entre
el 5 y el 10%. En el Chaco ocurre algo similar a lo que pasa en el pastizal
pampeano.
Nuestro planeta ha sufrido extinciones masivas que implicaron la pérdida
de entre un 20 y un 90% de las especies. A pesar de ello, el planeta siguió
funcionando y no desapareció la vida. Las extinciones que ocurrieron
en los últimos 500 años, en términos porcentuales, son
menores a las extinciones masivas, ya que estamos hablando de un 1% de las especies.
Hay una gran incertidumbre, pero los elementos que tenemos nos permiten plantear
que estamos ante una sexta extinción masiva, sólo que en este
caso es por efecto humano.
LUCHA DESIGUAL ¿Puede llegar
a extinguirse el ser humano? |
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