Sáb 31.12.2005
futuro

Antipatía

› Por Leonardo Moledo

Este año fue einsteinianamente interminable, con charlas, exposiciones, cursos, homenajes..., afortunadamente el año Einstein termina. Y en todas esas charlas hay algo que me abstuve de decir, y que no sé si seré capaz de escribir aquí, porque es casi una herejía. O sin “casi”.

Y es que, en verdad, Einstein no me resulta simpático. Naturalmente, me paraliza de admiración (y de envidia) su genialidad; he estudiado la Teoría de la Relatividad, tanto especial como general, y les puedo asegurar que pocas cosas hay tan hermosas; ponen la piel de gallina por su sencillez y su profundidad, por la manera en que Einstein “vio” donde los demás no veían, por la limpidez con que empieza el trabajo cuyo centenario se conmemora en este año. Desde ya, como Copérnico o Newton, como Maxwell o Darwin, Einstein es un hacedor de universos, pero con esa magia especial de la física teórica, cuando se desprende de la empiria y se eleva por sí sola, autosostenida, como una frase de Mozart que parece surgir de pronto del fondo indiferenciado y convencional, para introducirnos en un mundo distinto que se desvanece un instante antes de volverse comprensible y perfecto. La Teoría de la Relatividad es así, les puedo asegurar.

Pero El, en particular El, no me resulta simpático; hay algo en su actitud bonachona y patriarcal que me parece falso, una construcción deliberada. Me choca la manera en que, en sus cartas personales, relata con cierta crudeza sus aventuras amorosas (era un mujeriego empedernido). Hay extraños rumores sobre la forma en que trataba a su primera esposa (Mileva Maric) que incluyen los golpes, y prácticamente abandonó a sus dos hijos, de los que se ocupó poco y nada después de su separación. Pero además, antes de esos dos hijos, tuvo con Mileva una hija, Lise, a la que efectivamente abandonaron en forma literal, dándola en adopción, porque no estaban casados. Durante un tiempo tuvieron noticias de ella, pero luego se pierde completamente el rastro de Lise Einstein. Tratándose de lo que podríamos hoy llamar “gente de avanzada” y aun para la época, me parece demasiado. También me parece excesivo que en general no aparezca en sus biografías. Tal vez sea por eso que Einstein no me cae simpático. Pero creo que no voy a ser capaz de decirlo. Ya bastantes problemas tengo por decir lo que pienso.

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