Sáb 01.04.2006
futuro

ANTICIPO: DIEZ TEORIAS QUE CAMBIARON EL MUNDO

Las columnas que sostienen al mundo

› Por Leonardo Moledo y Esteban Magnani

En todas las épocas, incluyendo desde ya la nuestra, las ideas nuevas suelen ser confusas y sólo mucho después se pueden percibir líneas que las unen en forma más o menos nítida, del mismo modo que un paisaje necesita la distancia para mostrar su estructura general. Los científicos, aun los más grandes, navegaron siempre en medio de mares de dudas, inseguros, a tientas, mezclando aciertos y errores. Muchas veces puntos de partida erróneos permitieron un adelanto sustancial: aquellos que veían en el Sol un fuego central no pudieron sospechar que algún día ayudarían a Copérnico con la teoría heliocéntrica.

Aun los que proponían ideas que hoy nos parecen disparatadas no eran irracionales, sino que estaban, simplemente, imbuidos de prejuicios y concepciones de la época de los que quizá ni se daban cuenta y que a veces les impedían ver lo que hoy parece que estaba delante de sus ojos. Ninguna teoría sale de la nada y a veces necesita siglos de preparación, porque toda teoría científica es una teoría social, no individual, ya que surge de la cultura de una época y esa cultura no está hecha sólo por científicos sino por hombres y mujeres que aceptan o rechazan determinadas concepciones, tradiciones, o que tienen determinado sentido común. Así, los datos y los pensamientos se van acumulando y de pronto alguien encuentra la pequeña pieza que faltaba y que, a veces, estaba a la vista. Es ésa la razón por la cual el descubrimiento aparece como una iluminación: ya está todo armado y sólo falta encontrar el punto de vista apropiado para colocar el elemento que resignifica el conjunto.

Hay algo de extraño y heroico en estos pensadores que lidiaban con problemas que hoy figuran resueltos en los libros de texto de la escuela primaria: ¿comprendían que estaban tanteando y a veces accionando palancas fundamentales de la naturaleza?

Ninguno de los que protagonizaron estas diez teorías que conmovieron al mundo y que de una manera u otra conformaron las vigas maestras de las cosas que pensamos, de la cosmología y visión de la naturaleza en que creemos y las explicaciones que damos hoy, estuvo solo. Todos ellos se montaron en hombros de gigantes, y si vieron más lejos, fue porque otros habían desbrozado el camino, aunque no llegaran hasta el final, o bien porque la época no les había dado las herramientas suficientes, porque estaban trabados por prejuicios que no se atrevían a romper, porque no tuvieron suerte o sencillamente porque se equivocaron, pero ayudando con esa misma equivocación a que a quienes venían después se les ahorrara ese camino a ninguna parte.

La historia de la construcción de la ciencia moderna es la historia del pensamiento humano, del intento de explicar el mundo. Es parte del continuo intento de contestar a las preguntas que tal vez se hizo algún antepasado nuestro en la entrada de su caverna, mientras miraba la noche hostil, refugio de las especies agazapadas y al acecho, mientras avanzaban hacia el alba las oscuras esferas arrastrando los astros-dioses del principio, al amparo de un fuego encendido mediante la chispa que brota del golpe inteligente de dos piedras de sílex.

Este prólogo pertenece al libro Diez teorías que cambiaron al mundo (I): De Copérnico a Darwin, de Leonardo Moledo y Esteban Magnani (Editorial Capital Intelectual), que ya se puede conseguir en kioscos y librerías.

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