Sáb 17.03.2007
futuro

PALEOBIOLOGIA: BURGESS SHALE, UNO DE LOS DEPOSITOS FOSILES MAS IMPORTANTES DEL MUNDO

El tesoro escondido

› Por Raúl A. Alzogaray

Hace mucho, pero mucho tiempo, en el fondo barroso de un mar ecuatorial poco profundo vivían unos animalitos diminutos. Sus cuerpos carecían de partes duras: no tenían huesos, dientes ni caparazones. Si hubieran muerto en ese lugar, sus blandas estructuras se habrían desintegrado sin dejar rastros y jamás nos hubiéramos enterado de su existencia. Pero el barro en que vivían se deslizó hacia lechos más profundos y los sepultó en una tumba sin oxígeno.

Protegidos de las bacterias que producen la descomposición, que no pueden vivir sin oxígeno, los cuerpos de los animalitos permanecieron intactos. El barro se siguió acumulando sobre ellos y los aplastó, y la materia orgánica que los conformaba fue lentamente reemplazada por los minerales que los rodeaban. De esa manera, los cuerpos se transformaron en fósiles: unas láminas oscuras y brillantes que se conservarían por los siglos de los siglos.

Y resulta que un día los continentes iniciaron un paseo que aún continúa. El fondo de aquel mar se alejó de la zona ecuatorial y se elevó hasta transformarse en la ladera del Monte Burgess, un pico de las Montañas Rocosas canadienses.

FOSILES EN LA PIZARRA

En 1909, el geólogo estadounidense Charles Walcott se desempeñaba como secretario del Instituto Smithsoniano de Washington, un organismo dedicado a la investigación y la enseñanza de la ciencia. El cargo era puramente administrativo, pero de tanto en tanto Walcott se tomaba unas semanas para alimentar su pasión: viajar a sitios lejanos en busca de fósiles.

A fines de agosto de ese año, mientras avanzaba por un sendero a 2400 metros de altura en la ladera del Monte Burgess, Walcott se topó con un fragmento de roca oscura que se había desprendido de lo alto. De inmediato, su ojo experto distinguió en la roca el resto fosilizado de un crustáceo. Dedicó los días siguientes a localizar el lugar exacto de donde se había desprendido el fragmento y así fue como descubrió uno de los depósitos de fósiles más importantes del mundo. Lo llamó el “depósito de Burgess Shale” (la segunda palabra significa pizarra, nombre de la roca negro-azulada que contenía los fósiles).

Walcott realizó varias visitas al lugar y extrajo decenas de miles de fósiles pertenecientes a más de 100 especies animales que vivieron hace 520 millones de años. Desde entonces, Burgess Shale ha sorprendido a varias generaciones de investigadores: por su enorme variedad, por su exquisito grado de conservación y, sobre todo, por la extravagante anatomía de su fauna.

EXTRAÑOS ANTEPASADOS

Las rarezas biológicas de Burgess Shale incluyen bichos con cinco ojos, una trompa terminada en garra, numerosas branquias alineadas a los lados del cuerpo y, cerca de la cola, tres aletas dirigidas hacia arriba. Otras criaturas estaban recubiertas por placas superpuestas y tenían dos filas de espinas en la espalda. Y otras tenían forma de copa, con unas estructuras alargadas en el borde que les daban el aspecto de una flor. En general, ninguno de estos seres medía más de cinco centímetros de largo.

Uno de los más raros fue bautizado “Hallucigenia”. Su cuerpo era un cilindro de unos 2,5 centímetros de largo, con siete pares de espinas a lo largo del cuerpo y unos tubos en el lado opuesto. Al principio se interpretó que caminaba sobre las espinas y que los tubos, ubicados sobre la espalda, le servían para respirar. Años después se encontró en el sur de China un ejemplar similar, pero preservado en una posición diferente. Entonces se comprendió que el fósil de Burgess Shale había sido malinterpretado. Las espinas no eran patas sino prolongaciones de la espalda, y los “tubos respiratorios” eran en realidad las patas. Todavía se discute si la estructura esférica que aparece en uno de sus extremos es la cabeza o la cola.

A pesar de sus extrañas anatomías, la fauna de Burgess Shale no es tan original como se pensó en algún momento sino que constituye variaciones de diseños corporales que hace 520 millones de años ya estaban bien establecidos y tienen representantes entre la fauna moderna. Aun así, hay varios diseños que son considerados “problemáticos”, una forma discreta de reconocer que hasta ahora no se los pudo incluir en ninguno de los actuales grupos animales.

De algunas criaturas de Burgess Shale, en cambio, parecen descender muchos animales contemporáneos. Una de ellas, un ser aplanado, de unos cinco centímetros de largo y con una primitiva espina dorsal, bien podría ser el antepasado de todos los animales que poseen columna vertebral. Incluidos, claro, los seres humanos.

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