Sáb 05.01.2008
futuro

PALEONTOLOGIA: SOBRE LOS ORIGENES DEL HOMBRE MODERNO

La conexión Neanderthal

¿Y si en lugar de venir del Africa, como se supone, el hombre fuera originario de Europa? Aunque esta hipótesis parezca extraña, hay una teoría que sostiene la posibilidad de que el antepasado más remoto de la humanidad podría ser el hombre de Neanderthal. El ADN, la molécula que tanto colaboró en la restitución de identidades de desaparecidos durante la dictadura militar en nuestro país, es la estrella de esta controversia.

Raul A. Alzogaray

La fecha en que murió el individuo era incierta; la causa de su muerte, desconocida. Del cuerpo sólo quedaban unos pocos huesos que pasaron por muchas manos y terminaron en un bonito museo alemán. Un día llegaron los científicos, se llevaron un pedacito de hueso y le extrajeron cierta cantidad de ADN.

Los científicos compararon el ADN del hueso con el de 2051 personas de distintas partes del mundo y enviaron los resultados a Cell, una de las más importantes revistas de biología. Los editores reconocieron la importancia del trabajo y lo publicaron como nota de tapa en el número del 11 de julio de 1997. “Era uno de mis sueños”, dijo el reconocido antropólogo inglés Chris Stringer cuando se enteró de la noticia.

¿Por qué tanta importancia al ADN extraído de un hueso? Porque se trataba de un hombre de Neanderthal que llevaba muerto más de treinta mil años. Y era la primera vez que se obtenía ADN de un Neanderthal.

SCHWARZENEGGERS CON ANTEOJOS DE AVIADOR

Los neanderthales aparecieron en Europa hace doscientos mil años. Bajos, tenían cuerpos robustos, huesos y músculos muy desarrollados. El antropólogo estadounidense Eric Trinkaus los describió como “Schwarzeneggers naturales” (porque no tuvieron que ir al gimnasio).

El rostro neanderthal era amplio, con la boca proyectada hacia delante, nariz muy ancha y un engrosamiento óseo a la altura de las cejas (los cráneos neanderthales parecen usar anteojos de aviador).

Hay evidencias de que utilizaban el fuego, fabricaban herramientas y adornos, cuidaban a los heridos y enterraban a los muertos. Desaparecieron hace 30.000 años. Una de las causas pudo ser su encuentro con los humanos modernos (es decir nosotros, que aparecimos en Africa hace 150.000 años y luego nos dispersamos por el mundo).

La primera extracción de ADN neander-thal fue dirigida por Svante Pääbo, un biólogo sueco que a mediados de los ’80 sorprendió al mundo recuperando el ADN de una momia egipcia. En ambos casos, Pääbo y sus colaboradores no extrajeron el ADN de los núcleos celulares, sino el que se encuentra en las mitocondrias (los corpúsculos donde se genera la energía que mantiene a las células en funcionamiento).

El ADN nuclear humano tiene una longitud de 3 mil millones de “letras”; el ADN mitocondrial, en cambio, tiene sólo 16.569. La mayoría de las células humanas contiene dos copias de ADN nuclear y miles de ADN mitocondrial. Debido a esta abundancia, los investigadores es natural buscar en primer lugar el ADN de las mitocondrias.

¿PARIENTES CERCANOS O ANTEPASADOS?

Hace cientos de miles de años existió una población de humanos primitivos, que en cierto momento se dividió en dos grupos aislados. Uno de los grupos evolucionó hasta transformarse en los neanderthales; el otro grupo cambió hasta dar los humanos modernos. Todavía no se sabe bien qué pasó después. Una posibilidad es que los dos grupos hayan continuado aislados, nunca se reprodujeran entre sí y sus ADN no se mezclaran. En este escenario, los neanderthales son nuestros parientes más próximos, pero no nuestros antepasados.

Otra posibilidad es que se haya roto el aislamiento, los neanderthales se reprodujeron con los humanos modernos y sus ADN se mezclaron. En este caso, descendemos de los neanderthales.

Pääbo y su gente recuperaron un segmento de ADN mitocondrial de neanderthal, lo compararon con el mismo segmento de los humanos contemporáneos y contaron en cuántas letras diferían. Cuanto más diferencias, menos probabilidad de que alguna vez se hubieran mezclado. La conclusión fue que los neanderthales no eran nuestros antepasados.

OBSERVACIONES FORMALMENTE CORRECTAS

Hasta ahora, se ha recuperado ADN mitocondrial de doce neanderthales. El resultado sigue siendo el mismo: la posibilidad de que sean nuestros antepasados es muy baja.

En noviembre del año pasado se publicó otro avance sorprendente: la lectura de un millón de letras del ADN nuclear de un neanderthal de 38.000 años descubierto en 1980 en una cueva de Croacia. Una parte del millón de letras fue leída por un equipo de investigadores que publicó sus resultados en la revista Nature; el resto, por otro equipo que presentó el trabajo en la revista Science. Pääbo participó en las dos investigaciones.

Según uno de los artículos, es muy improbable que los neanderthales sean nuestros antepasados. Según el otro, es probable que lo sean. ¿A qué se debe esta contradicción? A que los resultados dependen, entre otras cosas, del segmento de ADN estudiado y de los métodos empleados para analizarlo. La contaminación con ADN contemporáneo –proveniente, por ejemplo, de células de la piel o gotitas de saliva de los investigadores–- también puede alterar los resultados y es difícil detectarla, porque el 99,5% del ADN neanderthal es idéntico al nuestro. Pero esto no parecía preocupar a los autores de los artículos. “Tenemos controlada la contaminación”, afirmó Pääbo. Sin embargo, hace unas semanas, Jeffrey Wall y Sung Kim, de la Universidad de California en San Francisco, publicaron un artículo donde afirman que la explicación más probable de aquella discrepancia es la contaminación con ADN contemporáneo. “Estoy de acuerdo con el análisis –reconoció Pääbo–. Sus observaciones son formalmente correctas.” Los dos equipos involucrados realizan nuevos estudios para enmendar el error.

Mientras, el laboratorio del Instituto Max Planck que dirige Pääbo y la empresa estadounidense 454 Life Sciences se asociaron para llevar adelante un ambicioso proyecto. Aseguran que en el 2008 tendrán un borrador de los 3000 millones de letras que forman el ADN nuclear de los neanderthales. Seguramente la mayoría de los colegas de Pääbo recibió la noticia con precaución o escepticismo. Hace apenas 20 años, obtener ADN nuclear de los neanderthales parecía una tarea imposible.

A medida que se conozca mejor el ADN de los neanderthales se podrá armar un cuadro cada vez más preciso de su historia evolutiva. Pero hay que tener presente que no todas la respuestas se encontrarán en el ADN. Nadie sabe, por ejemplo, qué significan las diferencias observadas hasta ahora. Tampoco se sabe a partir de cuántas letras diferentes se puede descartar que hayan sido nuestros antepasados. Y suponiendo que no lo sean, ¿no es de todos modos emocionante la posibilidad de reconstruir nuestros orígenes analizando las moléculas de unos seres que vivieron en épocas remotas y fueron tan humanos como nosotros?

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