Sáb 15.03.2008
futuro

CIENCIA Y SALUD: ENFERMEDADES OSEAS

Una de vikingos: la historia de Egill Skallagrímsson

Calores, dolores, viajes a termas para recibir tratamiento y un sinfín de terapias alternativas para aplacar el malestar. Todo vale cuando hablamos de problemas óseos. Pero ¿cómo se trataban estas afecciones en la Edad Media? ¿Qué bálsamos utilizaban nuestros antepasados? ¿Cómo hacían los vikingos, aquellos bravos guerreros imbatibles, para soportar sus afecciones? La historia de Egill Skallagrímsson –héroe popular de la historia islandesa– y la enfermedad de Paget forman parte del misterio (y pueden aclararlo).

› Por Raúl A. Alzogaray

Los hombres entraron al cementerio de la iglesia y se pusieron a cavar debajo del altar. Un rato después encontraron los restos de un ser humano mucho más grande que cualquier persona normal. El cráneo atrajo la atención de todos los presentes: era enorme, muy pesado y tenía la superficie ondulada.

Picado por la curiosidad, el sacerdote que supervisaba la exhumación agarró un hacha y la descargó sobre el cráneo con todas sus fuerzas. El hueso no sufrió ningún daño, pero el lugar que recibió el golpe adquirió un inexplicable color blanquecino. ¿Quién yacía bajo el altar de aquel cementerio islandés? Los ancianos de la región decían que ahí estaba enterrado Egill, el feroz poeta vikingo.

Por donde paso, no crece la hierba

Hijo de un noruego exiliado en Islandia, Egill Skallagrímsson (910-990) era un tipo grandote, feo, de mal carácter y adicto a la bebida. Tenía una frente grande, cejas gruesas, nariz corta y ancha, barbilla amplia y cuello macizo. A los siete años mató por primera vez.

Participó en numerosas correrías en distintas partes de Europa, se dedicó al saqueo y al comercio (que para los vikingos representaban dos facetas de una misma actividad), enfrentó a poderosos enemigos e intervino en importantes batallas. Fue un guerrero-poeta en el sentido clásico. Su poema La irreparable pérdida de los hijos es considerado uno de las mayores obras literarias de la Edad Media.

Un día, Egill decidió poner fin a sus andanzas. Regresó a Islandia y se estableció en el valle de Mosfell, a pocos kilómetros de la actual Reykjavik. Desde ese momento llevó una vida campesina, pero su vejez estuvo signada por el sufrimiento físico.

Lo aquejaban constantes dolores de cabeza, tenía siempre los pies fríos, perdió la vista y se quedó sordo, se quejaba de que solía “caer de cabeza” sin haber tropezado. Murió a los ochenta años. Respetando las costumbres vikingas, lo sepultaron armado y vestido con sus mejores ropas.

Una década después de su muerte, cuando el cristianismo llegó a Islandia, los restos de Egill fueron trasladados al cementerio de una iglesia campestre que fue demolida un siglo y medio más tarde. Entonces el sacerdote Skapti Thórarinsson, descendiente de Egill, mandó trasladar los restos de su antepasado a una iglesia cercana.

El aspecto del esqueleto sorprendió a los hombres que participaron en esta segunda exhumación (Skapti fue la persona que le dio un hachazo al cráneo para comprobar su resistencia).

La enfermedad del vikingo

La historia de los asentamientos vikingos en Islandia ha quedado registrada en las sagas de la isla. Son narraciones realistas, pero a veces es difícil establecer dónde termina el rigor histórico y comienza la imaginación del narrador. Casi todo lo que se sabe de Egill proviene de la saga que lleva su nombre, atribuida al poeta e historiador islandés Snorri Sturlusson (1178-1241).

¿Era el aspecto de Egill tan fiero como lo pinta la saga? Mil años después de su muerte, los médicos islandeses Thordudur Hardarson y Elisabet Snorradottir revisaron el texto cuidadosamente y encontraron una respuesta plausible: Egill pudo sufrir la Enfermedad de Paget, una dolencia que altera la forma y el tamaño de los huesos.

Los síntomas de este mal coinciden con los malestares que afligían a Egill: dolor de cabeza, frío en las extremidades, sordera, ceguera y dificultad para mantenerse en pie. También provoca ondulaciones en el cráneo y la aparición de manchas blancas en los lugares golpeados. El diagnóstico de los médicos islandeses pareció resolver el misterio de Egill.

Sin embargo, un par de años atrás, el médico australiano Philip Weinstein revisó el caso y ofreció una explicación alternativa. Weinstein acepta que los síntomas descriptos en la saga coinciden con los de la Enfermedad de Paget, pero señala que también se podrían deber a la fluorosis, una condición médica ocasionada por la exposición a elevadas concentraciones de flúor.

La principal fuente de flúor en Islandia es la actividad volcánica. Hay registros de ovejas y personas que sufrieron fluorosis inmediatamente después de erupciones ocurridas en 1783 y 1845. Es posible que Egill haya estado expuesto al flúor de origen volcánico, pero no hay forma de saber a cuánto ni durante cuánto tiempo.

Entre los islandeses, Egill es un héroe popular. Su nombre aparece en el título de un programa de televisión, un tema de rock and roll y una marca de cerveza. Los miembros de una religión local honran su memoria todos los 9 de diciembre. Si, como dice la saga, sus huesos están enterrados en alguna parte del valle de Mosfell, puede que un día alguien los descubra y quizás entonces se logre determinar cuál fue la enfermedad que tuvo a mal traer a este viejo vikingo.

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