Sáb 10.05.2008
futuro

HISTORIA DE LA CIENCIA: TROTULA DE SALERNO (?-1097)

Medicina y género en el siglo XI

Fue la primera ginecóloga de la historia. Pionera en investigaciones sobre cuestiones femeninas como el parto y la menstruación, ejerció la medicina en la primera escuela autónoma de la Iglesia en la Italia medieval. Recomendó que las pacientes fueran tratadas por médicas, para moderar el miedo y la vergüenza de ser vistas frente a los hombres. Esta es la historia de Trótula y el grupo de mujeres científicas que la acompañaban, las damas de Salerno.

› Por Rocio Ballon

La historia de la ciencia suele entrañar relatos perdidos de mujeres que vivieron, pensaron y sintieron de un modo avanzado para su época. Mujeres científicas que se destacaron en sus áreas y que muchas veces suelen ser olvidadas, ignoradas, negadas por quienes escriben esta historia.

Acaso Trótula sea una de ellas. Se desconoce la fecha en que nació. Su nombre sufrió metamorfosis continuas, así como las proteicas formas que experimentaron sus escritos, en reiteradas ocasiones plagiados por médicos y copistas. No faltaron ocasiones en que sus ideas fueron utilizadas con la omisión del nombre de su autora.

O quizás de su “autor” porque no fueron pocos los historiadores que insistieron en que tamañas investigaciones no podían haberse originado en el pensamiento de una mujer. Incluso a principios del siglo XX se justificaba esa idea porque en su lenguaje aparecían “instrumentos quirúrgicos demasiado complicados y ninguna mujer escribiría tan explícitamente sobre cuestiones sexuales”.

Lo cierto es que Trótula existió y fue una de las médicas que ocuparon los lugares más destacados de la Escuela de Salerno, en Italia, y en toda la Historia de la Medicina. Sobresalió en un tiempo marcado por el declinar del oscurantismo en Europa. Escribió varios tratados, entre ellos: Passionibus Mulierum (Trótula Maior), que fueron textos utilizados en las escuelas hasta el siglo XVI.

Con el advenimiento del siglo XII, algunos copistas empezaron a atribuir la autoría de sus libros a su marido, también médico de Salerno, hasta que su nombre fue definitivamente sustituido por su forma masculina: Trottus.

Trótula nació en el siglo XI. Ejerció de manera destacada la docencia junto a un grupo de estudiosas que pasaron a la historia en materia de investigación médica. Teorizaron sobre temas de una forma que nadie había logrado hacer antes. El cuerpo femenino todavía era un misterio por develar así como lo eran asuntos tan variados como la menstruación, el parto, la concepción, el puerperio, el control natal y las enfermedades del útero.

“SI QUIERES UNA NOCHE LEVE, TOMA UNA CENA BREVE”

Frecuentemente se considera de manera excesiva a los siglos comprendidos por el período medieval como equivalentes a una época de oscuridad y empobrecimiento en materia de conocimientos científicos. Sin duda, nada de esto corre para quienes formaron parte de la institución médica salernitana; médicas y médicos responsables de transitar un período que se conoce como el Renacimiento en medicina por la valiosa recuperación de saberes diversos y ancestrales en el tratamiento de pacientes.

Ubicada en el golfo de Pesto, pocos kilómetros al sur de Nápoles, la Escuela de Salerno fue la primera institución concebida para el estudio exclusivo de la medicina. Su fama es doblemente meritoria ya que se trató nada menos que del primer instituto médico que careció de conexión directa con la Iglesia medieval.

Según la leyenda, acogió en su seno un universo de ideas que un par de siglos después hubieran causado el deleite y frenesí de cualquier humanista. Se sabe que fue fundada por un griego, un cristiano, un judío y un musulmán y que el conocimiento albergado entre sus paredes era un apetitoso enlace de valores y saberes entre culturas.

La Escuela surgió a comienzos del siglo X y floreció durante los siglos XI y XII. Albergó cientos de médicos destacados, investigaciones hasta ese entonces nunca realizadas y una combinación acertada entre cirugía y medicina, unión poco usual para el momento de estas dos disciplinas que solían estudiarse por separado.

Los historiadores afirman que, curiosamente para la época, su interés estaba centrado en el empirismo y la observación y no en el aspecto teórico y especulativo. Cuentan, además, que el plan de estudios era tan bueno que fue adoptado tiempo después por la Universidad de París.

Numerosas mujeres ocuparon allí lugares preponderantes. Fueron docentes, investigadoras y alumnas que estudiaron con ahínco a Hipócrates y Galeno. En la ciudad italiana se formaron las primeras médicas: Rebeca, Constanza, Tomasa, Estefanía y Trótula; son las más recordadas “damas de Salerno”.

Ellas y todos los aprendices que pasaron por allí debieron estudiar para poder ejercer la profesión. Primero, dos años de Lógica y Humanidades, luego cinco años de medicina propiamente dicha y finalmente un año de práctica con un médico consagrado de la Escuela.

Entre sus más conocidas enseñanzas se destacan las indicaciones farmacológicas. Ungüentos con mercurio para afecciones cutáneas y algas marinas en caso de bocio, fueron algunas de las prescripciones médicas.

La obra tal vez más famosa es el Regimen sanitatis Salernitatum, poema didáctico dedicado fundamentalmente a la dieta. Se trata de una serie de consejos sobre higiene y modo de vida escrita en verso, fruto de experiencias de los maestros salernitanos, de gran influencia entre los médicos durante muchos siglos. Entre los textos se incluía uno con 3520 versos latinos de aforismos, uno de los cuales conserva plenamente su vigencia: Ut sis nocte levis, sit tibi coena brevis, que significa “si quieres una noche leve, toma una cena breve”.

NI COMADRONAS NI PARTERAS

Científicas. Así deben considerarse hoy a las damas de Salerno y muy especialmente a Trótula. Se sabe que en la Italia medieval, las mujeres pertenecientes a familias más o menos acomodadas accedieron a las formas más elevadas de educación.

Pero ¿por qué los aportes de esta médica se tornan tan significativos? En primer lugar porque vivió en una época donde el desconocimiento sobre las dolencias, el funcionamiento y el accionar sobre el cuerpo femenino eran moneda corriente. Sus obras develan hoy un sostenido rigor científico y una sensibilidad profunda.

La primera y más conocida es un tratado de ginecología y obstetricia, Trotulae curandarum aegritudinum mulierorium ante et post partum, más conocido como Passionibus Mulierum Curandorum (Las Dolencias de las Mujeres), de sesenta capítulos, en el que se trata la menstruación, la concepción, el embarazo, el parto, el control de la natalidad, además de diversas enfermedades ginecológicas y de otro tipo, así como de sus remedios.

Este tratado se conoce también como Trotula Major o simplemente como Trótula y se usó como texto de medicina hasta el siglo XVI, habiendo sufrido multitud de plagios a lo largo de los años. La otra obra es un tratado sobre la cosmética, así como del cuidado de la piel y la higiene como prevención de enfermedades llamada Ornatu Mulierum, también conocida como Trotula Minor.

Durante aquellos tiempos en los que las mulieres salernitae ejercieron con destacadas competencias la medicina, Trótula osó afirmar, por ejemplo, que los problemas de fertilidad podían ser ocasionados tanto por hombres como por mujeres. En pleno medioevo pensar que un hombre podría ser también culpable de una fallida fertilización era inconcebible para el espíritu de la época.

Recomendó que las pacientes fueran atendidas por médicas debido a que en presencia de hombres solían experimentar pudor y miedo y porque eran ellas las que conocían mejor el aparato femenino. Escribió sobre una infinidad de temas, entre ellos, la menstruación, que culturalmente era considerada como un estado peligroso.

Decía Trótula, “como las mujeres son por naturaleza más frágiles que los hombres, están también más frecuentemente sujetas a indisposiciones, especialmente en los órganos empeñados en los deberes queridos por la naturaleza. Como tales órganos están colocados en partes íntimas, las mujeres, por pudor y por innata reserva, no se atreven a revelar a un médico hombre los sufrimientos procurados por estas indisposiciones. Así, la compasión por esta desgracia suya y, sobre todo, la petición de una noble dama me han inducido a examinar de modo más profundo las indisposiciones que afectan más frecuentemente al sexo femenino”.

Y agregaba, “así pues, como las mujeres no tienen calor suficiente para secar el exceso de humores malos que se forman cotidianamente en ellas, y como su innata fragilidad no les permite soportar el esfuerzo de expelerlos naturalmente a través del sudor, como hacen los hombres, entonces la naturaleza misma, a falta de calor, les ha asignado una forma especial de purificación, o sea la menstruación, que la gente comúnmente llama ‘las flores’. De hecho, como los árboles sin flores no producen frutos, así las mujeres sin sus propias flores están privadas de la facultad de concebir”.

Hoy, la figura de esta médica no deja de resultar impactante. Se dice que murió en el año 1097. Claro que no hay nada seguro en lo que respecta a la figura de Trótula, nada, excepto sus aportes a la ginecología y la obstetricia.

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