UN FENOMENAL LABORATORIO NATURAL
Hasta los paisajes más inhóspitos parecen arrastrar consigo algo de belleza. Esto quedó en evidencia hace unos días, cuando la revista Nature publicó datos sobre observaciones que la sonda Cassini realizó en Titán, uno de los satélites de Saturno. Al parecer, el astro tiene en su superficie enormes acumulaciones de etano y metano en forma de lagos. El universo no repara en sorpresas.
› Por Mariano Ribas
Mientras la NASA soplaba sus 50 velitas, y la sonda Phoenix confirmaba la presencia de agua congelada en el subsuelo marciano (algo que parecía evidente desde hace semanas, y que misiones orbitadoras previas sugerían desde hace añares), otra poderosa novedad nos llegaba desde otro rincón del barrio solar. Novedad que, a decir verdad, quedó bastante eclipsada por culpa de los hielos marcianos.
A unos 1500 millones de kilómetros de la Tierra, la veterana nave espacial Cassini –que desde hace 4 años está en órbita de Saturno– le quitaba a nuestro planeta una de sus aparentes exclusividades: Titán, la súper luna del sexto planeta, también tiene lagos. Masas líquidas en su helada y brumosa superficie.
Pero no se trata de agua (y no porque no la haya, sino porque las temperaturas de Titán obligan al agua a estar congelada). En realidad, son suaves espejos de etano, mezclado con metano y nitrógeno. El hallazgo se da la mano con modelos y observaciones que disparan otras alucinantes implicancias, como por ejemplo la presencia de auténticas lluvias extraterrestres. O la existencia de ríos y pequeños mares.
Se lo mire por donde se lo mire, Titán es una verdadera luna prodigio (ver cuadro). Además de su excepcional tamaño, su rasgo más sobresaliente es su atmósfera de nitrógeno y metano. Ese pesado y anaranjado manto gaseoso –que oculta celosamente su superficie– es un fenomenal laboratorio natural: continuamente, la radiación solar rompe las moléculas de metano (CH4), y esos átomos de carbono e hidrógeno sueltos se recombinan, creando etano (C2H6) y otros hidrocarburos más complejos. Materiales que, llegado cierto punto, caen sobre Titán, formando una suerte de lodo orgánico espeso que aparentemente cubriría buena parte del suelo. Son precisamente todos esos compuestos orgánicos los principales responsables del color anaranjado de la atmósfera.
Y a la vez parecen formar parte de un ciclo similar al que pudo existir en la Tierra hace unos 4 mil millones de años, y que dio origen a la vida, nada menos (el problema, desde el punto de vista biológico, es que la temperatura de Titán es de unos 180 grados bajo cero).
Ante semejante panorama, hasta hace no mucho tiempo, los astrónomos consideraban que, tal vez, el mayor escolta de Saturno podría estar completamente cubierto, o casi, por un mar de hidrocarburos. Sin embargo, la sonda Cassini, cuyos instrumentos pueden “ver” en infrarrojo a través de la atmósfera de Titán, terminó con esa idea.
No hay un océano global. Pero ahí no se termina la historia: utilizando las mismas herramientas, la nave se cansó de detectar parches negros en la superficie, manchones que muchos científicos interpretaron durante los últimos años como posibles lagos de metano y etano.
Más aún, en su breve pero histórico descenso de enero de 2005, el módulo “hijo” de la Cassini, el Huygens, fotografió lo que parecían ser redes de surcos parecidos a ríos. Lo cierto es que hasta ahora no se sabía con certeza si todas esas cosas eran o no masas líquidas de hidrocarburos. Pero Cassini, finalmente, dio el veredicto.
Si bien es cierto que los resultados se conocieron hace apenas unos días (cuando fueron publicados con bombos y platillos en la revista Nature), las observaciones que los sostienen son de diciembre del año pasado, cuando la Cassini volvió a sobrevolar Titán, y puso su ojo de águila especialmente en la zona polar sur del satélite.
Penetrando esa pesada atmósfera con su Espectrómetro de Mapeo Visual e Infrarrojo (VIMS), una joyita científica que puede identificar la composición química de los objetos mediante la forma en que reflejan la luz, la sonda detectó un gran parche oscuro. Y líquido. Una silueta con forma de maní, de 235 kilómetros de largo.
Las huellas espectrales (las llamadas “líneas de absorción”) encontradas en la luz infrarroja reflejada por el lago –en el rango de los 2 y 5 micrones de longitud de onda– indican que se trata de una masa de etano, mezclada en solución con metano y nitrógeno. “Es la primera observación que realmente confirma que Titán tiene un lago lleno de líquido”, dice Bob Brown, un científico de la Universidad de Arizona que lidera las investigaciones realizadas con el VIMS de la Cassini.
Y claro, el enorme e histórico charco fue bautizado: de ahora en más, es el “Lago Ontario”, como su par terrestre, sólo que de etano líquido, y algo más grande.
Y resulta que el Lago Ontario pone a Titán junto a la Tierra, como los únicos integrantes del Sistema Solar que pueden ostentar masas líquidas en sus superficies. Y todo indica que habría muchos otros lagos, e incluso, ríos. “La detección de etano líquido confirma nuestras sospechas de que en Titán existen lagos, ríos y mares de etano y metano”, cuenta Larry Soderblom, un científico del U.S. Geological Survey que también participa en la misión Cassini. Y agrega: “Este hallazgo levanta nuestras expectativas sobre futuros descubrimientos similares”.
Para el final, algo más: las imágenes y las mediciones de la sonda Cassini sugieren que parte del Lago Ontario se estaba evaporando. A su alrededor, se detectaron bordes irregulares y zonas de transición que parecen ser orillas y playas que van avanzando mientras el etano y el metano se evaporan (a causa de cambios en la temperatura y presión superficial).
Esos signos de evaporación coinciden con datos y observaciones previas en otras regiones de Titán, donde parece haber otros lagos y hasta redes fluviales. Y todo junto parece fortalecer aún más la idea de “ciclos etanológicos y metanológicos” de lluvias y evaporación. Ni más ni menos que la contrapartida de nuestros ciclos hidrológicos.
Mientras pensamos en esos lagos y lluvias en un paisaje impiadosamente helado y distante, oscurecido por anaranjadas brumas orgánicas, la NASA ha decidido extender la misión de aquella máquina de revelaciones llamada Cassini. Y durante los próximos dos años habrá más de veinte sobrevuelos más a Titán. No sería nada raro, entonces, que una vez más nos encontremos en estas mismas páginas hablando sobre aquella luna prodigiosa.
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