LIBROS Y PUBLICACIONES
› Por Leonardo Moledo
El siglo ausente
Manifiesto sobre la enseñanza de la ciencia
Eduardo Wolovelsky
Prólogo de Diego Hurtado de Mendoza
Libros del Zorzal 90 páginas
Hubo una época en que la veneración por la informática prometía resolver todos los problemas educativos (y hasta sociales, si uno piensa en el imaginario general) mediante el expediente de poner una computadora en cada escuela, en cada casa, en cada escritorio, y la construcción de páginas web omnicomprensivas en el terreno de la educación (el proyecto Educ.ar, por ejemplo). Exagerando un poco, se puede decir que ahora, ese lugar de “motor universal –o nacional, si se quiere– del desarrollo y la felicidad) se le asigna a la ciencia, así, a secas, pero imaginando una ciencia con las pautas de excelencia globales, y en muchos casos integrada a los programas científicos globales que ruedan por el mundo. “Enseñemos ciencia”, sería el slogan, “convenzamos a los docentes y los alumnos de que machaquen con las páginas de física, química, geología... de los manuales y el resto (el desarrollo, la felicidad) vendrá por añadidura.
El biólogo y especialista en didáctica de la ciencia Eduardo Wolovelsky cuestiona esta postura, tachándola implícitamente de simplista –que lo es– y señalando con agudeza las falencias de los programas de este tipo, que escinden el quehacer científico del “quehacer social” en que la ciencia se desenvuelve, y –más importante si se quiere– del contexto social en que tal ciencia, o tal enseñanza de la ciencia se debería construir.
Pero –y esto es lo importante– Wolovelsky parte de un punto bien diferente al de las críticas a los programas y enseñanza científicos que solían provenir del relativismo (también simplista) o de los ataques posmodernos al “cientificismo”, que sólo ocultaban posturas reaccionarias y anticientíficas. Muy por el contrario, diseña su análisis desde dentro mismo de las disciplinas científicas y su valorable imaginario, tomando la empresa científica como lo que es –una de las más grandes conquistas humanas– y señalando de qué manera esas conquistas no deben quedarse en tales (esto es, meras conquistas), sino en el asentamiento y establecimiento cultural entre las poblaciones que acceden a ella porque es su derecho.
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