LIBROS Y PUBLICACIONES
› Por Adrián Pérez
Eugenia Sacerdote de Lustig
Si pudiera ver seguiría yendo al laboratorio
Catriel Etcheverri
Capital Intelectual, 118 páginas
El camino de la ciencia está plagado de tradiciones científicas, de hombres y mujeres que con su esfuerzo cotidiano, muchas veces anónimo, contribuyen al fortalecimiento de esas tradiciones y del conocimiento. En esta línea se enmarca la labor de Eugenia Sacerdote de Lustig, quien sobrevivió en su Turín natal a la guerra y la peste, y, además, se volcó a la medicina cuando otras mujeres se dedicaban a cuestiones domésticas. Y hasta sufrió el hostigamiento de Benito Mussolini, quien le recordó su origen con un sello en su documento: “raza judía”.
Precisamente, la persecución de Mussolini y las leyes raciales de su régimen fascista provocaron el éxodo de Sacerdote de Lustig y el desembarco en Buenos Aires. Acompañada por su marido y su pequeño hijo, la científica encontró en el ámbito universitario porteño el cobijo para desplegar sus conocimientos sobre la técnica de cultivo de tejidos vivos in vitro.
Eugenia Sacerdote de Lustig, si pudiera ver seguiría yendo al laboratorio se presenta al lector como un compendio de charlas con Catriel Etcheverri, periodista que repasa minuciosamente la carrera de la investigadora y su paso por el Instituto Roffo, el Instituto Malbrán, el Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, instituciones donde Lustig supo dejar su marca personal en la biomedicina argentina.
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