Sáb 03.12.2011
futuro

DIALOGO CON ALBERTO LAMAGNA, DE LA CNEA

Radiografía de un tecnólogo

El físico Alberto Lamagna piensa la ciencia a partir de sus aplicaciones concretas. Trabajó en el desarrollo de materiales fotovoltaicos y celdas solares, luego fundó el grupo de micro y nanotecnologías y creó el laboratorio clean-room para nanodispositivos. Es gerente del Area de Investigación y Desarrollo de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y tiene la compleja misión de innovar.

› Por Ignacio Jawtuschenko

¿Por qué se autodefine como tecnólogo? ¿Qué es para usted un tecnólogo?

–Porque es a lo que me dediqué desde que entré a la CNEA. Desde que me incorporé, como becario, en 1986, me pusieron siempre objetivos de tipo tecnológico y fui aprendiendo a orientar mis esfuerzos a generar prototipos de productos o materiales útiles para aplicaciones concretas. Un tecnólogo es un científico que orienta sus esfuerzos al de-sarrollo de nuevas tecnologías, prototipos o procesos innovadores de alta tecnología o nuevos materiales para aplicaciones.

–¿A qué se dedica el área de Investigación y Desarrollo de la CNEA?

–Se dedica a las investigaciones básicas de la tecnología nuclear y de aplicaciones no nucleares, como las aplicaciones satelitales, robótica y micro y nanotecnologías. Se estudian desde la física fundamental de partículas subnucleares, el desarrollo de los paneles solares del satélite SAC-D y las antena del satélite Saocom, la robotización de la central nuclear argentina Carem, y finalmente, desde hace muy poco, en el desarrollo de nuevas tecnologías de enriquecimiento de uranio, utilizando láser, para generación nucleoeléctrica.

–¿Cómo llega la CNEA a fabricar paneles solares para satélites, como lo hizo recientemente para el SAC-D?

–Cuando trabajaba en la División Energía Solar, recuerdo que nos llamó la gente de la Conae y nos preguntó si queríamos hacer un panel solar experimental de prueba para la misión satelital SAC-A. Obviamente dijimos que sí. Se inició así un proyecto tecnológico que con los años llegó a colocar los paneles solares del satélite SAC-D con la NASA. Actualmente, la CNEA está desarrollando los paneles del satélite Saocom de Conae. Esto tiene un impacto político y económico muy significativo, ya que nos permitirá sustituir importaciones y en futuros satélites geoestacionarios de Arsat incorporar tecnología nacional. Por ejemplo, en el Arsat-1 la CNEA está trabajando en un modelo pequeño, para pasar a los paneles del Arsat-2 y Arsat-3, que serán de tecnología nacional, ganando en sustitución de importaciones y mano de obra local altamente calificada. Esta colaboración también genera entusiasmo en muchos investigadores jóvenes, que deciden quedarse en el país integrados a proyectos de gran envergadura. Una consecuencia interesante de haber desarrollado temáticas no nucleares, como la espacial, es que hoy en día esos profesionales y técnicos están colaborando en tres temas claves de CNEA: el enriquecimiento de uranio, la automatización y robotización de centrales nucleares y el Carem.

–En pocas líneas podría contarme, ¿en qué consiste la robotización de las centrales nucleares?

–Para tener sistemas más seguros en términos de seguridad nuclear y ambiente, la tendencia es automatizar y robotizar operaciones que en otro caso la deberían hacer seres humanos, como es por ejemplo la inspección de intercambiadores de calor, el cambio de combustibles y en general todas las operaciones posibles de control y mantenimiento. Además, este grupo está desarrollando robots para mediciones en zonas de alta radiación.

–¿Para qué sirve un laboratorio de micro y nanofabricación?

–El 31 de mayo pasado inauguramos en el Centro Atómico Constituyentes un laboratorio de micro y nano fabricación único en la Argentina, que nos permite seguir manteniendo el liderazgo en sensores y otros dispositivos estratégicos para temas nucleares, espaciales y para dar servicios a la industria pyme nacional.

–Usted comentó su experiencia con Italia... ¿Es útil para la formación que los científicos viajen?

–Más que útil, diría vital, si es que queremos ser un país competitivo en ciencia y tecnología. Por ejemplo, en la vida de un científico joven es central el período de formación en el exterior, por caso para hacer un doctorado. Primero porque ese investigador cuando vuelve se reinserta en el país aportando al conjunto cierto aire fresco de ideas, y segundo porque vuelve ya sin el prejuicio de la primacía del llamado primer mundo y vuelve valorando mucho más nuestro país. Luego cuando se consolida en la institución viene una segunda etapa, de actualización continua, que se complementa con periódicas estadías, ya no de años, pero pueden ser algunas semanas, para aprender alguna técnica nueva, por ejemplo en tecnología satelital. La formación no termina nunca. Este espíritu, esta movilidad permitió y permite mantener a nuestra ciencia y tecnología en estándares internacionales.

–¿Qué es lo más importante que se está realizando en su área de Investigación y Desarrollo de la CNEA?

–Bueno, en realidad no es un solo tema. Tuvimos la oportunidad de potenciar varios temas, con el apoyo del Gobierno desde el 2003 a la fecha, como son los aceleradores de iones para aplicaciones médicas y nucleares, y estamos empezando a investigar nuevas tecnologías de enriquecimiento de uranio por láser.

–¿Qué expectativas tiene para el futuro?

–Soy optimista, confío en que las inversiones en ciencia se acrecentarán como hasta ahora, así seguirá aumentando la capacidad tecnológica del país y si esto se traslada a innovación en las empresas, seguiremos aumentando las exportaciones de alta tecnología con más valor agregado. Si seguimos en esta senda unos 5 años más, creo que no habrá punto de retorno y el círculo virtuoso de crecimiento económico basado en el “conocimiento” será muy difícil de frenar.

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