Marzo ha tenido más de un evento astronómico interesante. No podemos dejar de mencionar, por ejemplo, la supernova que acaba de estallar en la galaxia M95, en la constelación de Leo. Pero semejante fenómeno sólo quedó reservado a la mirada de astrónomos profesionales, y experimentados amateurs. Lo que aquí vamos a repasar fotográficamente son fenómenos que todos pudimos ver, desde un “doble lucero”, hasta la reciente conjunción entre la Luna y Venus. Y sí, también alguna yapa telescópica.
Desde hace varias semanas, un brillante punto de luz anaranjada se ha instalado en el cielo nocturno. Y si bien es cierto que dos de sus colegas (de los que ya hablaremos enseguida) le quitaron el protagonismo durante la primera parte de la noche, Marte ha dominado todas las medianoches. Allí, colgado a mediana altura en el cielo del Norte, en plena constelación de Leo. Ocurre que a comienzos de marzo, el planeta rojo alcanzó su oposición (es decir, se ubicó en dirección exactamente opuesta al Sol en el firmamento). Estas alineaciones Sol-Tierra-Marte se dan cada 26 meses, y como achican las distancias interplanetarias, marcan buenos momentos para la observación. Y aunque la reciente oposición marciana fue realmente pobre, puso al planeta rojo a unos aceptables 100,8 millones de kilómetros de la Tierra (la distancia entre ambos mundos puede ser más del triple de eso). Así, Marte alcanzó una magnitud visual de -1,3: casi tan brillante como Sirio, la estrella más luminosa del cielo nocturno. A simple vista, un farolito anaranjado. Y con telescopios, un pequeño mundo a descubrir. En esta foto, tomada en la madrugada del 4 de marzo, vemos al planeta “a cielo abierto” (el puntito a la derecha). Y en plano detalle, una vista tomada con un telescopio de 30 cm de diámetro, y unos 400 aumentos: además del Casquete Polar Norte (a la izquierda del disco marciano), se ven varios detalles superficiales, especialmente la famosa y prominente región de Syrtis Major (arriba).
La verdad es que, durante marzo, ni Venus ni Júpiter estuvieron especialmente cerca de la Tierra. Al contrario. Pero no hay que olvidarse que, en cualquier caso, son los astros más brillantes de la noche después de la Luna. Y ni hablar si, gracias a un simple juego de perspectiva espacial, ambos se unen para formar un “doble lucero”. Si bien es cierto que se los vio bastante juntos durante todo el mes, el momento culminante, la “conjunción”, ocurrió en los anocheceres del lunes 12 y el martes 13, a baja altura sobre el horizonte del Noroeste. Dos planetas súper brillantes en el azulado crepúsculo vespertino. Venus, abajo, Júpiter, arriba. Y a tan sólo 3 grados uno del otro. Poco más que el ancho de un dedo pulgar estirado hacia el cielo. He aquí el recuerdo del inolvidable anochecer de aquel martes, desde una terraza del barrio de Boedo.
Silbando bajito, mientras sus compañeros de comparsa se lucían en el primer escenario del cielo de marzo, el gran Saturno nos dio un adelanto de lo que será su inminente oposición. Eso será el próximo 15 de abril. Pero la verdad es que Saturno ya se ve muy bien: en estos días, asoma por el horizonte del Este hacia las ocho de la noche, y si bien no es una súper luminaria, su respetable brillo (magnitud 0,4) color amarillento lo pone por encima de la mayoría de las estrellas. Incluso, de su ocasional “vecina”: la azulada Spica, la principal estrella de Virgo, de la cual sólo lo separan unos grados. Saturno se ve fácilmente a ojo desnudo, y el mejor momento para observarlo es hacia la 1 o 2 de la mañana, cuando se ubica bien en lo alto (60 grados sobre el horizonte) en el cielo del Norte. La vista a través de un buen telescopio es impactante: esta foto –que en realidad es el resultado de la “suma” y procesado de 12 tomas individuales– fue tomada a la 1.28 de la madrugada del 18 de marzo.
Para cerrar, algo que pasó hace muy poco: el lunes pasado, al caer la tarde, la Luna y Venus protagonizaron una apretada conjunción. Separados por tan sólo 1,5 grado, los dos astros más brillantes del cielo nocturno lograron llamar la atención de todo aquel que, volviendo a su casa, levantó un poco la mirada al cielo del Noroeste. Más apartado ya, unos 10 grados a la “izquierda” del dúo, Júpiter aportó lo suyo, redondeando un cuadro por demás atractivo. Esta doble foto nos muestra la perspectiva normal, tal como se vio a simple vista, y un plano detalle de la conjunción Luna, tomado con un pequeño telescopio de campo amplio. ¿La platea? Otra vez la terraza de Boedo. Marzo, el que ya se nos escapa de las manos, nos deja, al menos en cuestiones celestiales, un puñado de muy lindos recuerdos.
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