Sáb 08.03.2014
futuro

LA EVOLUCIóN AL SERVICIO DE LA MUJER

Una cuestión embarazosa

Caminar en dos patas genera una serie de problemas físicos, como el mantener el equilibro, algo que no nos molesta en lo más mínimo, a no ser que el centro de masa se movilice, cosa que sucede cuando una mujer queda embarazada. Pero la evolución ha favorecido una diferencia en la columna vertebral femenina, una diferencia que les permite estabilizar el cuerpo sin sufrir por ello.

› Por Martín Cagliani

Aceptémoslo, el caminar erguidos en dos patas de forma habitual nos hace uno de los animales más raros de la naturaleza. Si son de mirar documentales, habrán visto a nuestros parientes los chimpancés o a los gorilas pararse en dos patas. Pueden lograrlo gracias a un enorme trabajo de los músculos de la espalda y de las piernas. Por el contrario, a los humanos nos resulta extremadamente fácil permanecer de pie. Se trata de una cuestión de equilibrio; ellos deben mantenerlo a base de fuerza muscular, mientras que nosotros logramos el balance por la forma de nuestra columna vertebral.

Los chimpancés y gorilas tienen una columna en forma de una gran C, nosotros en forma de S. Pero la protagonista de esta historia es la lordosis lumbar, esa curva que tenemos a la altura de la panza, que estabiliza la parte superior de nuestro cuerpo sobre las piernas al posicionar el centro de masa sobre las caderas. Pero claro, este diseño interesante que ha moldeado la evolución se enfrenta a un reto con las mujeres embarazadas, porque al cambiar la forma del cuerpo –y recibir una cantidad extra de peso– el centro de masa pasa a ubicarse delante de las caderas, lo que rompe el equilibrio.

Pero, como habrán notado, no es que las embarazadas terminen de cara contra el suelo. Es que la evolución ha favorecido a las mujeres con un refuerzo en las vértebras lumbares, y una curvatura que puede ampliarse, a fin de compensar la carga extra del embarazo. Según estudios científicos realizados por Katherine Whitcome y colegas de la Universidad de Harvard, esto nos llega desde nuestros antepasados de hace más de dos millones de años.

BIPEDAS EMBARAZOSAS

Hasta hace apenas unos miles de años las mujeres pasaban la mayor parte de su vida adulta embarazadas o lactando. El abdomen de una mujer embarazada puede aumentar hasta un 30 por ciento (unos 6,8 kilos). Si no fuese por las mejoras que nos legó la evolución, el centro de masa se desplazaría, y la embarazada debería realizar un gran esfuerzo muscular para poder mantenerse en pie.

Como decíamos, la evolución ha favorecido al ser humano con un alto grado de eficiencia a la hora de administrar la energía necesaria para estar parado. Si nuestra forma y peso corporal varían tanto como en el caso de un embarazo, entonces dejaríamos de ser eficientes, es decir, nos cansaríamos más rápido.

Este problema sólo lo tenemos los bípedos. Un pequeño cambio, y nos desestabilizamos. Esta variación puede llevarnos a sufrir una hernia de disco, algo que suele suceder en la gente obesa. Pero las mujeres embarazadas tienen una ventaja: el peso adicional es compensado extendiendo la parte inferior de la espalda, lo que permite que el centro de masa vuelva a ubicarse sobre las caderas, para mantener la eficiencia. La lordosis se puede llegar a extender entre un 18 y un 28 por ciento.

LA TERCERA CUÑA FEMENINA

El embarazo genera demandas energéticas y es de suma importancia para la supervivencia de la especie. Entonces, es de esperar –según los autores del estudio publicado en Nature– que la selección natural hubiese actuado sobre la región lumbar, a fin de mitigar los problemas de las hembras de los homínidos. Estos últimos son los primates que caminaron en dos patas en los últimos 7 millones de años, y de los cuales los humanos somos los últimos supervivientes.

Los autores del estudio descubrieron que en el Homo sapiens existe una diferencia importante entre hombres y mujeres, cuando hablamos de vértebras lumbares. Se puede ver en las cuñas que sobresalen de las vértebras lumbares. En los hombres apenas se ve en dos de estos huesos, mientras que en las mujeres esta característica llega a tres vértebras. Diferencia que no existe en los chimpancés, por ejemplo.

Las mujeres se benefician de esta vértebra con cuña adicional durante el embarazo, porque les permite aumentar la curvatura lumbar sin necesidad de darles tanto ángulo a las vértebras, a fin de minimizar la fuerza sobre esta región en un 30 por ciento, y que se traduce en una disminución en los riesgos de lesiones.

AUSTRALOPITECAS EMBARAZADAS

Al notar estas diferencias, los investigadores concluyeron que debía ser una característica sometida a las presiones de la selección natural, una de las principales fuerzas con las que trabaja la evolución. Y si es así, entonces cabría esperar que también existiese entre los Australopithecus, nuestros antepasados homínidos de hace más de 3 millones de años, que caminaban en dos patas, de una forma similar a la nuestra.

Se han descubierto tan sólo dos columnas vertebrales fósiles casi completas de australopitecos, una de ellas tiene las tres cuñas características de las mujeres humanas, mientras que la otra sólo tiene dos, como en los hombres actuales. Otras características del resto del esqueleto de esos fósiles ya habían permitido a los expertos inferir que se trataba de un macho y de una hembra.

Esto llevó a los investigadores a concluir que las embarazadas de los Australopithecus y los humanos, separados por 3 millones de años, se enfrentaban ante los mismos retos físicos. Lo que resalta la vulnerabilidad de las vértebras lumbares ante diversas formas de aumento de carga entre los bípedos, como el embarazo. Aunque también frente a un problema importante que nos está afectando hoy en día, que es la obesidad.

Es de esperarse que la fatiga y el dolor de la cintura fuese algo que limitaba la habilidad para sobrevivir de nuestros primeros antepasados bípedos, seis o siete millones de años atrás. Por lo que la evolución favoreció una reducción en el número de vértebras lumbares, de seis a cinco, así como un cambio de tamaño y forma, permitiendo una mayor supervivencia de las embarazadas entre estos excéntricos primates a los que se les dio por caminar en dos patasF

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