Sáb 24.04.2004
futuro

Mirá cómo tiemblo

Por Pablo Wainschenker

Mientras usted lee estas líneas, el suelo bajo sus pies se está moviendo. De una manera tan imperceptible como inevitable, la corteza terrestre se desliza. Además de estos suaves desplazamientos, la superficie del planeta sufre movimientos específicos de gran intensidad que son capaces de derribar edificios y convertir campos de pastoreo en extensas lagunas. ¿Pueden estas vibraciones afectar a la ciudad de Buenos Aires? ¿Es posible que los edificios porteños se sacudan?...
Organizado por el Planetario Galileo Galilei, el martes pasado se realizó en la confitería del Hotel Bauen (Callao 360) el segundo encuentro del ciclo 2004 de Café Científico; esta vez los temblores fueron el eje de la tarde. La pregunta estaba servida: ¿Puede haber terremotos en Buenos Aires? Para hallar la respuesta, el público escuchó atentamente las exposiciones de la geofísica Nora Sabbione (jefa del Departamento de Sismología e Información Meteorológica de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata) y del geólogo Víctor Ramos (vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y además director y profesor del Laboratorio de Tectónica Andina del Departamento de Geología de dicha institución).
El próximo Café Científico será el 18 de mayo a las 18.30 y tendrá como título “Cometas: apariciones y curiosidades de las estrellas con cabellera”. La entrada es libre y gratuita.

El año en que (no) estuvimos en peligro
Nora Sabbione: En los últimos años, la mayoría de los terremotos que se perciben en Buenos Aires ocurren en la regiones de Chile y Cuyo. Si bien la Capital Federal no tiene actividad sísmica importante, el suelo sobre el que se encuentra la ciudad es blando, lo cual produce que las ondas generadas por los terremotos se amplíen. Los edificios vibran de diferente manera según las características de su estructura y de los materiales que se usaron durante la construcción. Algunos son más sensibles que otros. Las edificaciones más afectadas son las torres, como por ejemplo las de la zona de Retiro. La ciudad tiene edificios cada vez más altos y a medida que uno se eleva del suelo, las perturbaciones se perciben más. Y se van a seguir percibiendo, porque inevitablemente los terremotos van a seguir ocurriendo.
Víctor Ramos: Para saber si puede haber terremotos en un determinado lugar, uno se puede valer, por ejemplo, de las imágenes satelitales. En ellas se busca si hay evidencias de algún terremoto importante que haya cortado la corteza terrestre. Si se observa una imagen de Buenos Aires tomada a 300 km de altura se puede ver que no hay ninguna evidencia al respecto. Las imágenes de San Francisco (Estados Unidos) son completamente diferentes: en seguida se distingue una serie de rayas que cortan la ciudad. Son las fallas (fracturas de la corteza terrestre). Bajo esta ciudad norteamericana hay muchos rasgos que indican que la corteza terrestre se está quebrando. En Buenos Aires, no hay un solo elemento que indique semejante cosa. En toda la región del Río de la Plata, Uruguay incluido, no hay ningún tipo de actividad que muestre que la ciudad se esté rompiendo.
La mayor parte de los terremotos se producen en los límites de las placas, que son pedazos de la corteza terrestre que se desplazan lentamente. Buenos Aires está en el medio de una placa, así que podemosestar tranquilos. Una cosa es tener focos de terremotos debajo de la ciudad (tal como ocurre en San Francisco) y otra es percibir los efectos de terremotos que están ubicados en los márgenes de las placas y que tardan 4 o 5 minutos en llegar. Aquí se puede llegar a sentir un terremoto, pero se trata de movimientos producidos a mil o dos mil kilómetros de distancia. No provienen de fuentes que estén debajo de la ciudad. Se trata de una diferencia fundamental: debajo de Chile se está rompiendo la corteza terrestre. Lo que nosotros percibimos es la onda de esos terremotos, que llega a Buenos Aires muy atenuada. Si se produce un terremoto en la ciudad chilena de Coquimbo, por ejemplo, ese movimiento llega al Río de la Plata a los 3 o 4 minutos de manera muy amortiguada. Podemos mirar tranquilos a Buenos Aires, aquí no hay fallas por ningún lado. Lo que llegan son movimientos muy atenuados. Nada se nos va a caer.

Sacudidas y sacudones
Nora Sabbione (continúa): Un terremoto es un cambio en el equilibrio elástico que hay en la Tierra. Nuestro planeta no está estático, no está quieto. Tiene vida exterior e interior. Cuando se produce un terremoto lo que ocurre es que ese equilibrio elástico (que en realidad no es permanente) se perturba, cambia. El material del que está compuesta la Tierra se rompe; para que ello suceda actúan fuerzas que provocan un desplazamiento. Eso es lo que hace que se libere energía bruscamente en un instante muy corto, que se propaga alejándose del lugar en el que se produjo.
El radio de la Tierra es de 6371 kilómetros. Hacia el interior, el planeta está dividido en distintas porciones. La porción más fina es lo que se llama corteza, luego viene el manto y después el núcleo. Nuestro planeta está dividido así porque las características elásticas de los materiales (por ejemplo, la densidad) son distintas en cada una de estas tres secciones.
Ahora bien, los terremotos se pueden clasificar en función de su origen y la profundidad a la que se generan. Con respecto a la profundidad, los terremotos pueden ser superficiales (que son los que ocurren desde la superficie hasta los primeros 70 km), intermedios (van hasta los 300 km) y profundos (que son los que llegan hasta 700 km). En cuanto a la clasificación por el origen, hay dos grandes grupos de terremotos: los que ocurren por causas naturales y los que se originan en causas artificiales. En el primero (temblores que ocurren por causas naturales) se encuentran los tectónicos, que son los que provocan más daño. Esos son los que a veces se perciben en Buenos Aires. Por otra parte, hay que tener en cuenta que ciertas actividades del hombre contribuyen a generar estos fenómenos. Muchas veces, explosiones nucleares o de grandes fábricas de productos químicos, han generado pequeños temblores.

El humor de la gallina
Ramos (continúa): Los terremotos afectan a la humanidad desde hace muchísimos años. Los chinos fueron los campeones en desarrollar sistemas de predicción de temblores. Ellos tenían hasta a las gallinas trabajando para pronosticar movimientos de la Tierra. En Oriente se dieron cuenta de que, antes de los terremotos, las aves se ponían nerviosas. Así generaron toda una serie de redes de comunicación para percibir ese estado de nerviosismo de los animales previo a los terremotos. Ahora se sabe que hay una serie de frecuencias bajas que se originan en el basamento terrestre. Estas vibraciones se forman a veces antes de los terremotos y, a veces ocurren aunque luego no haya temblores. Las gallinas se alteraban al percibir estos sonidos. El mundo occidental, con toda su parafernalia, trató de mejorar este sistema chino con una serie de mediciones cuantitativas. Actualmente América del Sur se está desplazando hacia el Oeste. Al moverse, va chocando con la placa que está al lado y el continente se arruga, se pliega y asciende. Es decir que los terremotos producen fracturas, esas fracturas apilan las rocas y, al apilarse las rocas, se levantan las montañas. En América del Sur hay una gran cantidad de sismos que se concentran en la región de los Andes Centrales. La cordillera de los Andes está en plena actividad. Cada año, los Andes se acortan de cinco a seis milímetros. La mayor parte de esa actividad se desarrolla al pie de la cordillera. En Argentina, todas las ciudades grandes de la región, como La Rioja, San Juan y Mendoza están puestas en las zonas de máxima deformación.
El 20 de marzo de 1861 se produjo un terremoto trágico que destruyó completamente la ciudad de Mendoza y mató a una gran cantidad de personas. Luego de la catástrofe, la gran pregunta era ¿dónde construimos la nueva ciudad? Todo el mundo estuvo de acuerdo en que había que abandonar el sitio original y levantar las nuevas casas en otro sitio. Después de varias consultas con especialistas norteamericanos y europeos, siguieron los consejos de un geólogo que recomendó que el nuevo pueblo se erigiera al sur de las ruinas de la ciudad vieja. Allí se trasladaron y comenzaron la construcción, con tan mala suerte que el centro de la nueva ciudad quedó justo arriba del punto en el que se había producido el terremoto original. Como si fuera poco, un par de años después llegaron los ingenieros ingleses para instalar el ferrocarril y vieron un terraplén natural hermoso que tenía dos o tres metros de altura. Los señores ingenieros no lo dudaron un instante y pusieron las vías sobre ese terraplén, que está exactamente sobre la “cicatriz” de la falla que había sido centro del gran terremoto de 1861.

Todo es historia
Sabbione: Con respecto a los terremotos históricos, hay maneras de estudiar cómo fueron. Dentro de la sismología existe una rama que se llama “paleosismología” en la que se hacen trabajos de campo para determinar las características de los terremotos pasados. Se realizan observaciones del terreno, de la corteza de los árboles y de otros vestigios que permiten recabar información. En nuestro país hubo un terremoto muy importante en Salta en el año 1692. Este dato llegó hasta nosotros a través de los registros que llevaban los curas. También existen testimonios históricos dejados por marinos que circunstancialmente estaban en el lugar.
Ramos: En 1894 hubo un terremoto de gran magnitud en La Rioja. Murió muchísima gente y destruyó completamente la ciudad. Sólo quedó en pie una capillita del convento de San Francisco, que era lo único que estaba construido con piedras. Otro terremoto famoso es el que se produjo en San Juan el 15 de enero de 1944 y arrasó con gran parte de la ciudad. Luego, se mandó al lugar a un geólogo para que estudiara cómo había sido el proceso de destrucción. Esos trabajos permitieron reconstruir el lugar de manera de evitar futuras desgracias. Además, como consecuencia del movimiento del suelo sanjuanino, se conocieron Perón y Evita, lo cual generó otro tipo de movimiento. Pero esa historia podemos dejarla para otro día.

Cuando pase el temblor
Sabbione: La cantidad de calor que desprende la Tierra y se va al espacio cada año es, aproximadamente, de 1028 ergios. Un ergio es la unidad de la energía, según un determinado sistema de medición. En la Tierra se producen anualmente alrededor de veinte mil terremotos. De ellos no todos se sienten ya que algunos son muy pequeños. La energía que se libera anualmente por terremotos es de alrededor de 1025 ergios. La bombaatómica del archipiélago de Bikini, por ejemplo, fue de aproximadamente 1019 ergios. Un terremoto de magnitud intermedia libera aproximadamente una energía de 1020. Los grandes terremotos del siglo veinte –como el que se produjo en Valdivia en 1960 o el de Alaska de 1964– permitieron ver que en casos extremos, cuando hay grandes temblores, la Tierra vibra totalmente. Es entonces cuando el planeta oscila en conjunto y se generan ondas en la superficie que pueden llegar a desplazarse recorriendo 7 veces toda la superficie terrestre, lo cual equivale a una distancia de un millón de kilómetros.

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