Sáb 06.04.2002
futuro

ASTRONOMIA ARQUEOLOGICA

Un eclipse grabado en la piedra

› Por Mariano Ribas

Hace varios miles de años, un eclipse de Sol sacudió la vida cotidiana de un grupo de primitivos habitantes de la actual Irlanda. Para ellos, la experiencia debió haber sido aterradora: al fin de cuentas, su “Dios del Cielo” estaba desapareciendo, y quizás, nunca regresaría. El episodio podría haberse perdido en el tiempo, pero aquella gente del neolítico registró el eclipse en una roca. Esa roca, oculta y protegida dentro de la cámara de un gran megalito, ha sido examinada, entre otros, por un arqueólogo irlandés que cree haber descifrado su mensaje. Hace poco, el científico europeo recurrió a una computadora cargada con un programa de astronomía, y pudo determinar con notable precisión la lejanísima fecha del fenómeno. Tan lejana, que ese grabado en la piedra es el más antiguo registro de un eclipse jamás encontrado.

Monumentos de piedra
El sitio neolítico de Loughcrew está a unos 80 kilómetros al noroeste de Dublin, y cuenta con una serie de grandes monumentos de piedra (megalitos) desparramados sobre varias colinas. Los arqueólogos y los historiadores estiman que, al igual que otras construcciones similares ubicadas en otros puntos de Irlanda, estos megalitos fueron construidos entre los años 3000 y 4000 antes de Cristo. Y por su aspecto se los vincula con el famosísimo Stonehenge, en Inglaterra. En general, todas estas estructuras son enormes tumbas, y están orientadas en base a parámetros astronómicos (como por ejemplo, el lugar de la salida del Sol en el día del solsticio o del equinoccio). Pero esta historia tiene que ver, en particular, con uno de los megalitos de Loughcrew, el llamado “L”. Al igual que otras construcciones de la zona, “L” esconde una cámara en su interior. Y es allí donde se encuentra una misteriosa roca cubierta de llamativos petroglifos (símbolos tallados). Durante mucho tiempo, los arqueólogos han estudiado estos petroglifos y, en general, les atribuyeron significados astronómicos. Sin embargo, hace poco, el arqueueoastrónomo irlandés Paul Griffin dio un paso más allá.

Petroglifos y programas
Después de un paciente estudio de distintos petroglifos, Griffin descubrió algo sumamente interesante: “esas marcas circulares y espiraladas representan al Sol y la Luna, los dioses del cielo de aquellos antiguos pobladores de Irlanda”. Y no en cualquier circunstancia, sino durante un eclipse de Sol: según el científico, la roca cuenta, casi como una historieta, las distintas etapas del fenómeno. Hasta aquí, todo muy interesante, pero Griffin no se quedó quieto. Y de la mano de una computadora y un potente programa astronómico (el Digital Universe), se puso a explorar minuciosamente el aspecto del cielo de Loughcrew durante los primeros milenios antes de Cristo (un trabajito bastante tedioso, por cierto). La investigación tuvo sus frutos: Griffin encontró 92 eclipses de Sol. Y por sus características, uno de ellos parecía corresponder casi exactamente con el misterioso eclipse grabado en la piedra. “Cuando vi la simulación del eclipse, todo pareció encajar de golpe”, dice Griffin muy entusiasmado.

Recreando el eclipse
Según el Digital Universe, ese eclipse ocurrió durante la tarde del 30 de noviembre de 3340 antes de Cristo. Por lo tanto, se trataría del más antiguo registro de un eclipse jamás encontrado (superando en varios siglos a algunos registros chinos). Eso, de por sí, ya es muy significativo. Pero esta investigación tiene una valiosa yapa, porque no sólo ubica al fenómeno en el tiempo, sino que también, y de paso, permiten datar la antigüedad del grabado y de todo el megalito “L” (la fecha coincide con las estimaciones que manejaban los arqueólogos sobre la antigüedad de los megalitos de Loughcrew). Y hay más detalles: la simulación por computadora muestra que durante la tarde de aquel lejano día, la Luna había tapado el 98% del disco solar. Y eso, seguramente, debe haber aterrorizado a la gente de Loughcrew, porque su dios del cielo estaba desapareciendo. Y para peor, cuando el Sol se ocultó por el horizonte del Oeste, la Luna todavía tapaba buena parte de su disco. Quizás, en ese momento, aquellos irlandeses del Neolítico temieron que el Sol jamás regresaría.

Sacrificios humanos
Y hay un detalle que hablaría a las claras de ese temor: en la misma cámara donde está la piedra, se encuentran los esqueletos quemados de 48 personas. Según Griffin, durante la noche del 30 de noviembre de 3340 a.C., aquella comunidad, aterrada por el eclipse, habría realizado una serie de sacrificios humanos con la esperanza de que el Sol volviera a aparecer (completo) a la mañana siguiente. La vigilia nocturna debió haber sido terriblemente angustiante, y bien podemos imaginar los suspiros de alivio cuando el Sol volvió a brillar, en toda su plenitud, durante el amanecer.
“Las evidencias están ahí, al alcance de quien quiera verlas”, dice Griffin. Más allá de la exactitud de la fecha (ver nota al pie), los distintos elementos de esta investigación arqueueoastronómica parecen cerrar bastante bien. Y ahora sabemos que hace más de 5 mil años, en Loughcrew, Irlanda, un grupo humano vivió un impresionante fenómeno astronómico. Alguien quiso contarlo. Y desde entonces, aquel eclipse quedó grabado en la piedra.

Nota: Futuro recurrió a otro programa de astronomía que confirma que ese eclipse efectivamente ocurrió en la Irlanda de aquel entonces, pero dos días después, es decir, el 2 de diciembre de 3340 a.C.

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