ASTRONOMIA ARQUEOLOGICA
› Por Mariano Ribas
Monumentos de piedra
El sitio neolítico
de Loughcrew está a unos 80 kilómetros al noroeste de Dublin,
y cuenta con una serie de grandes monumentos de piedra (megalitos) desparramados
sobre varias colinas. Los arqueólogos y los historiadores estiman que,
al igual que otras construcciones similares ubicadas en otros puntos de Irlanda,
estos megalitos fueron construidos entre los años 3000 y 4000 antes de
Cristo. Y por su aspecto se los vincula con el famosísimo Stonehenge,
en Inglaterra. En general, todas estas estructuras son enormes tumbas, y están
orientadas en base a parámetros astronómicos (como por ejemplo,
el lugar de la salida del Sol en el día del solsticio o del equinoccio).
Pero esta historia tiene que ver, en particular, con uno de los megalitos de
Loughcrew, el llamado “L”. Al igual que otras construcciones de la
zona, “L” esconde una cámara en su interior. Y es allí
donde se encuentra una misteriosa roca cubierta de llamativos petroglifos (símbolos
tallados). Durante mucho tiempo, los arqueólogos han estudiado estos
petroglifos y, en general, les atribuyeron significados astronómicos.
Sin embargo, hace poco, el arqueueoastrónomo irlandés Paul Griffin
dio un paso más allá.
Petroglifos y programas
Después
de un paciente estudio de distintos petroglifos, Griffin descubrió algo
sumamente interesante: “esas marcas circulares y espiraladas representan
al Sol y la Luna, los dioses del cielo de aquellos antiguos pobladores de Irlanda”.
Y no en cualquier circunstancia, sino durante un eclipse de Sol: según
el científico, la roca cuenta, casi como una historieta, las distintas
etapas del fenómeno. Hasta aquí, todo muy interesante, pero Griffin
no se quedó quieto. Y de la mano de una computadora y un potente programa
astronómico (el Digital Universe), se puso a explorar minuciosamente
el aspecto del cielo de Loughcrew durante los primeros milenios antes de Cristo
(un trabajito bastante tedioso, por cierto). La investigación tuvo sus
frutos: Griffin encontró 92 eclipses de Sol. Y por sus características,
uno de ellos parecía corresponder casi exactamente con el misterioso
eclipse grabado en la piedra. “Cuando vi la simulación del eclipse,
todo pareció encajar de golpe”, dice Griffin muy entusiasmado.
Recreando el eclipse
Según
el Digital Universe, ese eclipse ocurrió durante la tarde del 30 de noviembre
de 3340 antes de Cristo. Por lo tanto, se trataría del más antiguo
registro de un eclipse jamás encontrado (superando en varios siglos a
algunos registros chinos). Eso, de por sí, ya es muy significativo. Pero
esta investigación tiene una valiosa yapa, porque no sólo ubica
al fenómeno en el tiempo, sino que también, y de paso, permiten
datar la antigüedad del grabado y de todo el megalito “L” (la
fecha coincide con las estimaciones que manejaban los arqueólogos sobre
la antigüedad de los megalitos de Loughcrew). Y hay más detalles:
la simulación por computadora muestra que durante la tarde de aquel lejano
día, la Luna había tapado el 98% del disco solar. Y eso, seguramente,
debe haber aterrorizado a la gente de Loughcrew, porque su dios del cielo estaba
desapareciendo. Y para peor, cuando el Sol se ocultó por el horizonte
del Oeste, la Luna todavía tapaba buena parte de su disco. Quizás,
en ese momento, aquellos irlandeses del Neolítico temieron que el Sol
jamás regresaría.
Sacrificios humanos
Y hay un detalle
que hablaría a las claras de ese temor: en la misma cámara donde
está la piedra, se encuentran los esqueletos quemados de 48 personas.
Según Griffin, durante la noche del 30 de noviembre de 3340 a.C., aquella
comunidad, aterrada por el eclipse, habría realizado una serie de sacrificios
humanos con la esperanza de que el Sol volviera a aparecer (completo) a la mañana
siguiente. La vigilia nocturna debió haber sido terriblemente angustiante,
y bien podemos imaginar los suspiros de alivio cuando el Sol volvió a
brillar, en toda su plenitud, durante el amanecer.
“Las evidencias están ahí, al alcance de quien quiera verlas”,
dice Griffin. Más allá de la exactitud de la fecha (ver nota al
pie), los distintos elementos de esta investigación arqueueoastronómica
parecen cerrar bastante bien. Y ahora sabemos que hace más de 5 mil años,
en Loughcrew, Irlanda, un grupo humano vivió un impresionante fenómeno
astronómico. Alguien quiso contarlo. Y desde entonces, aquel eclipse
quedó grabado en la piedra.
Nota: Futuro recurrió a otro programa de astronomía que confirma que ese eclipse efectivamente ocurrió en la Irlanda de aquel entonces, pero dos días después, es decir, el 2 de diciembre de 3340 a.C.
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