Todo pensamiento es siempre una apuesta: por la apertura, la desnaturalización, la distancia, en fin, por sacar a las cosas, hechos y prácticas de su conveniente comodidad histórica. En el caso concreto de la tecnología (tanto en las viejas como en las nuevas), la filosofía tiene bastante que aportar, aunque se la tienda siempre a desplazar del epicentro de preocupación e interés científico. Por suerte, frente a esos movimientos, que suelen exiliar la reflexión, se oponen resistencias como la del español Miguel Angel Quintanilla, especie de adalid en esto de poner un freno y pensar el presente.

Uno de sus libros más conocidos es Tecnología: un enfoque filosófico, de 1989, que con los años desapareció de las librerías, tal como les suele suceder a los libros requeridos cuyas editoriales o bien funden o bien deciden no volverlos a editar. Tardó bastante, pero finalmente Quintanilla se percató de tal carestía y volvió a intentarlo con una especie de reedición ampliada de su clásico. Ese es el caso de Tecnología: un enfoque filosófico y otros ensayos de filosofía de la tecnología, un completo y actualizado manual introductorio a la filosofía de la técnica en el que se describen los aspectos fundamentales de esta especialidad académica: los problemas filosóficos que plantea la actual tecnología, una disección quirúrgica a los siempre tan bastardeados conceptos de técnica, artefacto, máquina, eficacia y eficiencia, y las pistas para comprender los procesos sociológicos, cognitivos, político-sociales que se impulsan detrás de cada invento.

Con un estilo ameno y sin caer en tecnicismos y giros lingüísticos barrocos, el autor expone en cada capítulo el poder de transformación del medio que confiere la técnica al hombre, así como se esfuerza por invertir la operación madre en la naturalización tecnológica, es decir, aquella que oculta el proceso de producción de un fenómeno y lo presenta en cambio como algo dado, y de existencia eterna.