Algunas reflexiones críticas acerca del proyecto Sociedad de la Información y la nueva economía
Diego de Charras
Editorial Prometeo, 126 págs.

La noción de información es tal vez uno de los conceptos más poderosos de los últimos 30 años: está en todas partes (tanto fuera como en los medios de comunicación), tuvo un crecimiento desproporcionado (se pasó de la escasez a la superabundancia), invadió el discurso cotidiano con sus neologismos, y sus metáforas visuales y palpables como la de “código genético” se cristalizaron en el imaginario colectivo como si fueran naturales. Pero si hay algo que logró con creces es remodelar casi todas las prácticas culturales, a tal punto que hace más de una década se viene hablando del surgimiento de una nueva forma de sociedad: la Sociedad de la Información –concepto similar y diferente al de sociedad posmoderna o sociedad posfordista–, movida no sólo por un cambio de la base tecnológica (desarrollos técnicos como Internet, la introducción y reinado de los teléfonos celulares, el mandato a estar conectado todo el tiempo) sino también con sus consecuentes modificaciones en la forma de hacer negocios, y cambios más que importantes en el área de políticas de comunicación.

Lo cierto es que desde lo académico se habló tanto del tema que se acumularon montañas de hipótesis, informes, recomendaciones y demás marcos teóricos que conducen a la confusión y a la desesperanza. Por eso, todo intento de organizar las fichas y despejar el caos es visto con buenos ojos. Es justamente el caso del libro Redes, burbujas y promesas: algunas reflexiones críticas acerca del proyecto Sociedad de la Información y la nueva economía del licenciado en comunicación Diego de Charras. Allí el autor despeja dudas y con bastante orden aporta una mirada panorámica sobre esta nueva forma de organización social que sucedería a la sociedad industrial, desmenuza sus ideas-fuerza (desregulación, liberalización, integración) y revela el peso cada vez más importante que tienen los sectores relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Sin caer en una mirada tecnofílica ni tecnofóbica, De Charras deconstruye aquel slogan que aseguraba que a mayor información se lograba mayor libertad, dispara contra la brecha digital y advierte sobre la peligrosidad de la concentración mediática en un escenario en el que la burbuja electrónica ya explotó y el enamoramiento con los bits comienza a amainar.