LIBROS Y PUBLICACIONES
› Por Sergio Di Nucci
Historia de la luz
Susana Gallardo,
Colección “Estación Ciencia”, 2008.
Capital Intelectual
136 páginas
El Gran Larousse del Siglo XIX abre su artículo sobre la luz con una cita que es a la vez confesión, oxímoron y programa: “La luz es el más oscuro secreto de la naturaleza”. No es casual que el autor al que los lexicógrafos la atribuyen sea el padre Ventura, un defensor del Siglo de las Luces que después se retractó. En su luminosa Historia de la Luz, Susana Gallardo insinúa hasta qué punto, desde sus comienzos mismos, los científicos que estudiaron ese agente físico que arranca a los cuerpos de la invisibilidad sufrieron el impulso pero también el freno de creencias mágicas y religiosas, de doctrinas filosóficas, de intuiciones sensibles y de cosmogonías más o menos poéticas.
Un título que propone a sus lectores “historizar” la luz presupone una condensación expresiva. Como ocurriría con el agua o el aire, de lo que se trata es de exponer, según una adecuada secuencia temporal, los sucesivos sistemas de ideas y creencias, de creciente cientificidad, sobre la luz. Más exacto, menos literariamente acertado, sería un título como el que dejó Robert Lenoble a su obra de 1969, Historia de la idea de naturaleza.
De manera siempre sintética, pero nunca sumaria, Gallardo expone 25 siglos de teorías complejas en 28 capítulos de una deliberada brevedad, que puede limitarse a la sola página. Hay que decir que la simplicidad en la redacción jamás significa aquí simplificación. Tampoco sucumbe esta Historia de la luz a esas versiones de la historia científica (y filosófica) donde cada capítulo ha de leerse como la impugnación de los errores de un período anterior, ya revocado.
Otra dificultad al componer la historia intelectual de la constitución de un concepto se encuentra cuando la serialización cronológica ha de ser sustituida por la contemporaneidad polémica. Esto ocurre cuando en una época empiezan a convivir teorías o puntos de vista irreconciliables sobre una misma cuestión. Es lo que ocurre con las discusiones sobre la naturaleza corpuscular u ondulatoria de la luz, que permitieron llegar a la actual, pero no inexorablemente conclusiva, definición como onda electromagnética.
Un mérito de Gallardo es su inconformismo con las soluciones cerradas, con la conveniente incomunicabilidad de las teorías adversarias. Al hacerlas dialogar o enfrentarse, vemos qué es lo que cada una debe a la otra, y también qué es lo que cada una se ve obligada a ignorar.
El estado de la cuestión final sirve como hoja de ruta de los conocimientos actuales. En el horizonte, Gallardo señala cuáles son las prospectivas ulteriores que abrirán nuevas avenidas de sentido a las preguntas sobre la luz, qué instrumentos y qué tecnologías podrán servir de auxilio para responder a esas preguntas. Con la certeza, entre tantas incertidumbres, de que nuevas teorizaciones plantearán preguntas nuevas.
No parece casual que Gallardo se haya dedicado en primer lugar a las Letras. Como acaso fuera de esperar de un libro sobre la luz, el suyo es diáfano. No está dedicado a los estudiantes de ciencias, sino a ese lector común que el Siglo de las Luces esperaba encontrar, si no crear.
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