El estudio de las lenguas ya extintas es seguramente una travesía en la que se cruzan historia, memoria e identidad. En cierto sentido, es redescubrir el pasado. Y ese es el camino que propone J. Pedro Viegas Barros, investigador del Conicet y profesor del Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA: demostrar que existen evidencias del parentesco genealógico entre las lenguas de la región chaqueña Lule y Vilela, dentro del marco teórico de la lingüística histórico comparativa. Y no es una tarea fácil ya que el Lule, por ejemplo, está extinto desde finales del siglo XVIII. Lo que sí se sabe es que en el siglo XVI los indios Lule vivían en parte de las actuales provincias de Tucumán y Santiago del Estero, al oeste del río Salado, y que la lengua Vilela se habló en regiones de la zona entre los ríos Bermejo y Salado –norte de Chaco, oeste de Formosa y sudeste de Salta–. Otra certeza es que en 1981 sólo quedaban cinco familias Vilelas en Resistencia.
Con la intención de demostrar que estas dos lenguas pertenecen a un mismo grupo lingüístico, Viegas Barros establece correspondencias fonológicas y un alto número de eventuales cognados (palabras o estructuras que comparten o provienen de una misma lengua madre como origen). También expone otro tipo de evidencias: semejanzas estructurales, pronombres personales, demostrativos y marcadores de tiempo en común, así como los cognados léxicos (por ejemplo, en Lule, noche es “uy'o” y en Vilela “uy”). El libro de Viegas Barros, entonces, es un conjunto de demostraciones técnicas, ciertamente arduas para el lego y poco apropiadas para una lectura de fin de semana, pero que seguramente será valorado por los estudiosos de los pueblos del nordeste argentino. H.A.F.