YO SOY UN EXTRAÑO BUCLE

¿Por qué un fragmento de materia es capaz de pensar en sí mismo?
Douglas R. Hofstadter
Tusquets Metatemas
511 páginas

Hofstadter dio a conocer su libro Gödel, Escher, Bach, un eterno y grácil bucle (que tuvo un inesperado éxito de ventas), donde abordaba cierto paralelismo entre las obras de los tres –¿cómo llamarlos?, ¿genios?, bueno, sí– genios que figuran en el título: el famoso teorema de Gödel sobre la indecidibilidad de la aritmética, las obras de Escher y la Ofrenda Musical de Juan Sebastián Bach. Era (y sigue siendo) un libro difícil o, mejor dicho, complejo, que requiere estudio además de lectura, y que difícilmente es comprendido (como dice el mismo autor en su intención profunda).

Justamente esta incomprensión y la queja arriba mencionada son las que aparecen en la misma introducción de Yo soy un extraño bucle, que ahora comentamos. Y en esa misma introducción, justamente, anuncia que este libro está inspirado por la intención “de ser mejor comprendido”.

Yo soy un extraño bucle no tiene el aliento profundo de GEB, ni provoca la sorpresa permanente que se experimente en aquél. Es un libro minucioso, en el que Hofstadter se esmera en que nada quede sin explicación, que ningún hilo quede suelto (lo cual por momentos lo hace un poco tedioso) y en demostrar su tesis principal (la que, según él, subyacía a GEB), a saber: el “yo” es resultado de un bucle extraño, que define como un sistema de doble autorreferencia, a la manera en que aparecen las recursividades en el teorema de Gödel.

¿Lo consigue? Sí y no: muchos de sus argumentos son convincentes, otros no tanto; el misterio del “yo” queda pendiente cuando se termina de leer, aunque se acepte (cosas que algunos harán y otros no) su construcción matemática del estado consciente.

Al revés de lo que anuncia el autor, Yo soy un extraño bucle no resulta más claro y terminante que GEB; más bien queda como un intento, o una aclaración sobre aquél; o mejor dicho como una introducción a su obra mayor y magnífica.