La propuesta de Albert Labarre, conservador honorario en la Bibliothèque Nationale de Francia, es, en un principio, bien interesante: escribir una historia del libro. El libro, ese objeto que en el siglo XIX se transformó en una pieza cotidiana de la vida, no siempre fue tal cosa. Desde las pequeñas tablillas de arcilla del antiguo Cercano Oriente hasta la actualidad, el libro ha pasado las mil y una, y hoy no faltan los que vociferan su extinción, y, los más piadosos, su metamorfosis digital. El primer paso de una historia del libro, según Labarre –y ahí acierta– es definir su objeto. ¿Qué es un libro? Definirlo meramente como soporte de texto no tendría mucho sentido, salvo para quien quisiera incluir a los obeliscos egipcios, por ejemplo, en una biblioteca. Labarre da una definición de lo que un libro es, un libro es la “reproducción escrita de un texto destinada a la divulgación con una forma portátil”.
Una vez que se ha definido el objeto, la Historia del libro se aboca a lo que se propone: un racconto de las formas y la evolución del libro, una verdadera historia empírica del libro, desde la antigüedad hasta nuestros días. Hay que decir que se trata realmente de una historia sumarísima, muy breve, y por momentos, un estudio que inevitablemente se queda en la superficie del fenómeno “libro”. De todas maneras Labarre lo aclara: se trata de una pequeña historia, nada más –y nada menos–. Hay que decir entonces que aquí se encontrará poco más que un seguimiento de la trayectoria del libro desde sus primeras formas hasta hoy, sin ahondar demasiado en sus formas de recepción y producción, ni en el valor social y la importancia sociocultural del libro, aunque algo en efecto se dice acerca de todo aquello. En fin, una obra que bien vale como fuente de consulta, así como también para quien quiera acercarse al tema por primera vez y tener, hojeando las páginas de este libro, un vistazo del recorrido que lo ha traído hasta sus manos.

F.M.