Sáb 27.07.2002
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NOVEDADES EN CIENCIA

Pterosauro: el craneo revelador

Science

Un fósil siempre tiene una historia para contar. Y en este caso, se trata del cráneo, magníficamente conservado, de un pterosauro, un enorme reptil volador que vivió hace cien millones de años. En realidad, este hallazgo, realizado en Brasil, tiene casi veinte años. Y sin embargo, recién ahora acaba de publicarse en el revista Science.
En 1983, un equipo de científicos encabezado por Alexander W. A. Kellner (del Museo Nacional y la Universidad Federal de Río de Janeiro) y Diogenes de Almeida Campos (Museum de Ciencias da Terra) encontraron un cráneo de 1,4 metro de largo en el nordeste de Brasil. La pieza resultó ser la cabeza de una especie de pterosauro totalmente desconocida. Y estaba en excelentes condiciones. La nueva criatura fue bautizada Thalassodromeus sethi (“corredor del mar”), y enseguida llamó la atención de sus descubridores. Por empezar, Kellner estima que el animal tenía una envergadura de alas de 4,5 metros, lo cual no es poca cosa. Pero hay otros detalles muy curiosos: la parte trasera de ese cráneo muestra una impresionante cresta. Y en ella pueden observarse unos delgados canales, que, según estos expertos, serían las marcas de múltiples vasos sanguíneos. Es probable que el T. Sethi usara esa cresta para enfriar su cuerpo –disipando calor a través de ella– en momentos de mucha actividad. Por otra parte, Kellner sospecha que esa cresta debe haber sido muy colorida, jugando también un papel de “imán” sexual a la hora del cortejo.
Estos detectives del pasado descubrieron que los huesos de la mandíbula de estos animales prehistóricos son muy similares a los de los pájaros del género Rynchops, aves que sobrevuelan la superficie de lagos y mares con su mandíbula inferior ligeramente sumergida. Y cuando chocan con algún pez, inmediatamente lo capturan cerrando la boca, al mismo tiempo que sumergen un poco la cabeza. Todo en una fracción de segundo. Probablemente, entonces, esa pudo haber sido la misma técnica utilizada por los T. Sethi. Vale la pena agregar que en aquellos tiempos remotísimos, el nordeste de Brasil estaba ocupado por un mar extenso y poco profundo, salpicado por muchas islas. Islas en las que, probablemente, estos grandes reptiles voladores habrán encontrado un lugar seguro para hacer sus nidos. Y aguas, repletas de peces, en las que deben haber encontrado su alimento cotidiano.

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