NOVEDADES EN CIENCIA
Cangrejos de ojos mutantes
nature La vida siempre encuentra su camino: en el Océano Pacífico existen unos pequeños cangrejos que van modificando sus ojos a lo largo de su vida. Y así se adaptan a distintos ambientes y condiciones de luz. En un reciente artículo publicado en la revista Nature, el neurocientífico Robert Jinks y sus colegas del Franklin and Marshall College, en Lancaster, Pensilvania, dan cuenta de este interesante hallazgo. Después de estudiar muy de cerca de los cangrejos Bythograea thermydron, tanto en su medio natural como en laboratorios especialmente acondicionados, Jinks y su equipo notaron que, a medida que estos animales crecen (pasando primero por el estado de larva, luego por la fase juvenil y finalmente al alcanzar la adultez) sus ojos sufren una lenta y continua metamorfosis. Al principio de sus vidas, las larvas de los Bythograea thermydron vagan a la deriva, y, a profundidades medias, mezcladas con el plancton. Estas larvas nadadoras tienen ojos compuestos (como los insectos) que forman imágenes y son sensibles a la luz azul. Cuando la larva se transforma en cangrejo juvenil empieza a hundirse, y la sensibilidad de su pigmento visual se corre a la luz azul-verde que emiten algunos animales en las aguas oscuras. Ya de adultos, se mudan al fondo del océano, cerca de las chimeneas termales. Y para responder a las ínfimas condiciones lumínicas que hay a mil o dos mil metros de profundidad, sus ojos se convierten en grandes retinas desnudas, hipersensibles a la luz, pero sin lentes, e incapaces de formar imágenes. “Son verdaderos detectores de fotones”, dice Jinks.
Restos de dos villas romanas
Archaeology
Los chicos de la Escuela St. Laurence en Bradford-on-Avon, al sur de Inglaterra,
no lo pueden creer: justo debajo de la cancha de fútbol donde juegan
todos los días, aparecieron los restos de dos grandes construcciones
romanas del siglo IV. La noticia, publicada por la revista especializada Archaeology,
ha sido recibida como “uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos
en Gran Bretaña de las últimas décadas”.
Todo comenzó cuando alumnos y maestros de la escuela notaron que, en
ciertas partes de la cancha, el césped se secaba formando líneas
largas y bien definidas. Poco más tarde, el arqueólogo Mark Corley
y sus colegas de la Universidad de Bristol descubrieron que debajo de esas líneas
de pasto seco, a sólo treinta centímetros de profundidad, asomaban
los bordes de las paredes de dos villas romanas. Ambas construcciones tenían
unas cuarenta habitaciones, y estaban conectadas por un largo pasillo con enormes
mosaicos de 5 metros por 10. Uno de ellos está en excelentes condiciones
(especialmente, teniendo en cuenta sus 1700 años de antigüedad)
y muestra un jarrón flanqueado por delfines. Según Corney, las
dos villas formaban parte de un complejo aún más grande que incluía,
entre otras cosas, jardines con piletas ornamentales, un cementerio familiar
y otros edificios cercanos. Dada la magnitud del hallazgo, los arqueólogos
continuarán su tarea durante varios meses más.
El lado oscuro del Universo
NewScientist
Como si ya no hubiese demasiados misterios en el cosmos, un equipo de científicos
del Observatorio Jodrell Bank del Reino Unido anunció recientemente que
el universo está compuesto casi en sus dos terceras partes por una invisible
e intrigante “energía oscura”.
Resulta que los investigadores llegaron a esta notable conclusión a partir
del estudio de miles de imágenes de cuásares distantes (lejanas
fuentes de luz y rayos X), de las cuales una de cada 700 es distorsionada por
masivos objetos invisibles que actúan como lentes gravitacionales, espectaculares
ilusiones ópticas que confirman una de las principales predicciones de
la Teoría de la Relatividad: los objetos masivos distorsionan el espacio
y tuercen el camino de la luz.
Pero el asunto es que la cantidad de cuásares afectados por lentes gravitacionales
es más o menos el doble de la que cabría esperar; la cantidad
de cuásares “distorsionados”, provee información sobre
la distribución de la materia y la energía en el espacio; en este
caso, la evidencia fue tomada como indicio de la existencia de grandes cantidades
de “energía oscura”, cuya naturaleza es altamente especulativa,
pero que podría dar cuenta de hasta dos tercios del total de materia-energía
existentes en el universo. Al parecer estas inmensas reservas de energía
podrían provenir de una misteriosa fuerza de “antigravedad”
(no una propiedad de la materia sino del espacio mismo) que incluso hace que
las galaxias se separen –unas de otras– permanentemente y a un ritmo
cada vez más rápido y que el universo acelere su ritmo de expansión;
y que podría coincidir con la “constante cosmológica”
introducida por el mismísimo Einstein en las ecuaciones de la Relatividad
General. Una coincidencia –de ser cierta– más que asombrosa
respecto de una enigmática (y en apariencia abundante) energía
que está, pero no se ve.
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